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Actualizado: 26 de julio de 2025
Pero, en el día, ni las boticas ni las tabernas han acabado, y todo lugar, por pequeño que sea, pulula, hierve en casinos. Cada bandería, cada matiz político tiene el suyo. Hay casino conservador, casino radical, casino carlista, casino socialista y casino republicano. Las infelices mujeres se quedan solas. ¡No sé cómo hay mujer que sea liberal!
Un aura socialista palpitó en sus palabras, que estremecieron la Fábrica toda, máxime cuando el desconcierto de la Hacienda dio lugar a que se retrasase nuevamente la paga en aquella dependencia del Estado.
Otra prueba de la misma verdad nos ofrece una novela del Sr. Bellamy, ciudadano anglo-americano también, novela de la que se vendieron cerca de cuatrocientos mil ejemplares, a poco de ver la luz pública. La novela era lo que podemos llamar una utopia socialista o comunista. La imaginó el autor en porvenir no muy distante. La revolución social se había ya realizado.
El capitalismo: el maldito capitalismo tiene la culpa. El suboficial era socialista. No ocultaba su participación en actos del partido que le habían originado persecuciones y retrasos en su carrera. Pero la Social-Democracia se veía ahora aceptada por el emperador y halagada por los junkers más reaccionarios. Todos eran unos.
El general cogió a su nieto, alzándolo hasta sí, le dio no un beso sino un abrazo, como si fuese un hombre, y salió del cuarto juntamente enternecido y pesaroso. ¿Qué tiene usted? le preguntó su hijo al verle entrar en el despacho con los ojos llorosos. Tengo... tengo que tú me has salido liberal y, a pesar de los pesares... tu chico me ha salido socialista.
Hay en esto todo un problema de economía social que hace retroceder a las inteligencias más juiciosas. Retrocedamos, entonces, sin vergüenza dijo Genoveva. Propongo que las muchachas ricas se conformen con maridos sin fortuna, a fin de restablecer el equilibrio, puesto en peligro por la acumulación de riquezas en las mismas manos... ¡Miren la socialista! exclamé riéndome.
Los derechos del hombre están desalojando a los del sacerdote y del rey, la nobleza y el clero han perdido sus privilegios seculares, la dignificante solidaridad está sustituyéndose a la humillante caridad, ha tenido lugar la emancipación de los siervos y la liberación de los esclavos, y detrás de ellos el obrero socialista, no el obrero católico que se empeña en seguir siendo del cura, el obrero ha entrado a ser persona, con derecho de vivir, de pensar y de luchar por la emancipación económica, para el mejoramiento de su condición social por una más justa participación en los frutos de su trabajo.
Despues de la revolucion de Febrero, que echó por tierra á Luis Felipe, el Palacio de Luxemburgo abrió sus puertas á Luis Blanc, que explicó allí el socialismo á los obreros. De modo que ha sido alternativamente Palacio de la Monarquía, del Directorio, del Consulado, del Senado, cárcel y cátedra socialista. Visitemos ahora el cuartel de Inválidos. No lo debo ocultar.
Maura disolvió las Cortes, dijo que lo hacía porque siendo un hombre muy parlamentario, no quería aprobar los presupuestos a espaldas de la representación nacional. La representación nacional era entonces datista, romanonista, albista, socialista, etcétera, y el Sr. Maura necesitaba una representación nacional maurista a fin de no gobernar a espaldas del país, sino de acuerdo con él.
Era para él este juego nacional una forma hipócrita de la administración socialista. Tenía muy mala suerte; pero no desmayaba, y sabía escoger siempre los números más bonitos. Con todo, no había tenido más ganancias que las de su trabajo. Así, desde que sacó adelante el negocio de las cenefas, estableciose en la calle de Juanelo, donde tenía un taller grande, aunque incómodo.
Palabra del Dia
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