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Actualizado: 15 de junio de 2025


Pero antes de que Carmen pudiese hablar, intervenía el talabartero. Déjalos, mujer. ¡Quieren tanto a sus tíos! La pequeña no puede vivir sin su tiíta Carmen... Y los dos sobrinos permanecían allí como en su propia casa, adivinando en su malicia infantil lo que de ellos esperaban sus padres, extremando las caricias y mimos con aquellos parientes ricos, de los que oían hablar a todos con respeto.

El señor Neris no tenía más herederos que sus sobrinos, a quienes quería tiernamente, sobre todo a la sobrina, deliciosa criatura que le hacía soportable la vida a que se había resignado benévolamente, demasiado rígida para un antiguo calavera. A Raúl le manifestaba una afectuosa indulgencia de la que él abusaba en grande.

Se mandó acampar á media legua, para ocupar el centro de las columnas de Paruro y Cotabamba, que habian llegado á aquellas inmediaciones dos dias antes, y á poco rato se supo por un prisionero, que Diego Cristóval Tupac-Amaru y sus sobrinos se retiraban con las tropas que los seguian, rechazados de la villa de Puno, despues de haberla combatido cuatro dias consecutivos, y que toda la noche anterior y aquel dia, habia pasado muy cerca de la columna de Paruro, que solo distaba del cuerpo del ejército como una legua.

La víspera del viaje la compañía se reúne á ensayar, y para facilitar el trabajo se eligen obras de las que figuran en el repertorio de todas las compañías: La Dolores, Juan José, Marina, Los sobrinos del capitán Grant... El montaje exacto de las mismas es lo de menos; lo importante es que los artistas se conozcan y se acoplen bien, para que el conjunto no padezca mucho.

Colocando su mentalidad al nivel de la de este hombre sencillo, se gozó en trazarle un plan de vida. Podía emplear su capital en cualquiera empresa modesta del puerto de Valencia: podía establecer un restorán, que pronto se haría célebre por sus olímpicos arroces. Sus sobrinos, que eran pescadores, lo recibirían como á un dios.

La pobre emperatriz griega llegaba á tiempo para recibir la noticia de la muerte de su hermano en una batalla y seguir la fuga de su cuñada y sus sobrinos. Todos se refugiaban en Lucera dei Pagani, castillo defendido por los sarracenos al servicio de Federico, únicos fieles á su memoria.

Y entre ellos, don Francisco Luzón, blasón deste apellido en Madrid, cuyo magnánimo corazón hallara estrecha posada en un gigante. Va con él don José de Castrejón, deudo suyo, gran caballero, y ambos, sobrinos del ilustrísimo Presidente de Castilla.

¡Mi sobrino!... dijo el cocinero del rey ; yo no tengo sobrinos; llevad bien esa ánade, Cristóbal. ¿Sois vos el señor Francisco Martínez Montiño? dijo Juan Montiño adelantando. , por cierto, que así me nombro contestó el cocinero del rey dando á otro lacayo otro plato, y sin volverse á mirar á quien le hablaba.

Comían solos el matrimonio y D. Juan Nepomuceno, pues por raro accidente no había huésped pariente en casa por aquellos días; D. Juan es claro que vivía con los sobrinos. Bonis al principio no comprendió nada de las señas de su mujer ni les atribuyó gravedad alguna. ¿Qué dices, chica? Explícate. ¡Mmm, mmm! murmuró ella, y siguió con la misma pantomima, cada vez más acentuada en los gestos.

Cuando tuvo para vivir sin ayuda de nadie, se retiró a su pueblo, donde vivió célibe, entre primas y sobrinos, más de treinta años, dedicado a la caza, a la gastronomía y a la lectura de novelas. Tenía ciertos hábitos de grandeza, y en su modo de hablar y de escribir distinguíase tanto de sus convecinos, que antes que lugareño parecía de lo más refinado y discreto de la corte.

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