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Actualizado: 29 de julio de 2025


Siento mucho, señora dijo con expresión soberbia, haber ocasionado a ustedes un disgusto... Pero estoy tan acostumbrado a que el público se fije en mis actos y los comente a su gusto, que esas habladurías y esas gacetillas de que usted acaba de hablarme, no me causan la más mínima molestia. Los pequeños se vengan de la superioridad de los grandes, murmurando de ellos.

22 El hombre iracundo levanta contiendas; y el furioso muchas veces peca. 23 La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra. 25 El temor a los hombres es peligroso; mas el que confía en el SE

Entonces doña Luz, que tenía buen fondo, a pesar de su soberbia, sintió que había estado dura y áspera en demasía, y pidió perdón a doña Manolita, besándola y poco menos que llorando también. Las dos amigas vinieron a quedar de resultas mucho más amigas que antes.

A esta pregunta, una débil sonrisa entreabrió los labios desdeñosos de la señorita Margarita, y el arco prolongado de sus cejas se extendió ligeramente, después de lo cual, aquella fisonomía grave y soberbia volvió de nuevo á su reposo.

El ser que podía consolarme existía: no habría tenido otra cosa que hacer que ir en su busca, que abrirle mi corazón. Quizás habría sido aún tiempo. O quizás no: ya era demasiado tarde... ¡Demasiado tarde! ¿Sabe usted lo que estas palabras significan?... Un impulso de soberbia me detuvo. ¿Habría yo de suplicar?

Tres caballeros de la casa de D. Raimundo estaban prontos a sostener la acusación en palenque abierto contra los defensores de D. Fruela, el cual había apelado al Juicio de Dios. Pero D. Raimundo era tan poderoso y temido, y por su inaudita soberbia era D. Fruela tan odiado, que nadie acudía a defenderle. Sólo faltaban tres días para expirar el plazo.

29 Hemos oído la soberbia de Moab, que es muy soberbio, su hinchazón y su orgullo, y su altivez y la altanería de su corazón. 30 Yo conozco, dice el SE

En aquel instante deseaba morir, para que los dos resultasen indemnes. Se despojó del sombrero con solemnidad, é hizo un gesto de tristeza. Señores... Durante toda la mañana, al ir de un lado á otro realizando sus preparativos, no había dejado de pensar en lo que diría en este momento, fabricando una soberbia pieza oratoria, breve y conmovedora.

Esta y otras conversaciones que tuvo doña Luz con su amiga, y los propios monólogos y los constantes pensamientos que la asaltaban, fueron acrecentando en el alma de la soberbia dama un recelo que sublevaba su orgullo, y contra el cual trató de armarse de todos los bríos de su pecho. Don Jaime iba a volver.

¿Qué me importa? Nadie más soberbia que yo, y me humillaré, sin embargo, y besaré el suelo, si es preciso; se trata de Quilito que, por mi boca, va a pedir lo suyo. Para nada quiero: cáscaras comería, antes que poner los pies en esa casa. Y si nada consigo, me quedará la conciencia tranquila, por haber tentado todos los medios de salvarle.

Palabra del Dia

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