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Actualizado: 29 de junio de 2025
Pues ¡qué! no era la primera vez que ella se las había encontrado, no en la calle, frente a frente, sino en tiendas, lado a lado, viendo telas y regateando con el dependiente, como si no tuvieran lo poco suyo y lo mucho de los otros, total, una gran fortuna; y sin embargo, ella... tan tranquila. No tenía por qué ponerse colorada y a soberbia nadie le ganaba.
Tal vez alguien presume o sospecha que la soberbia de Pepita y el conocimiento cierto que tiene hoy de los poco poéticos medios con que se ha hecho rica, traen su conciencia alterada y más que escrupulosa; y que, avergonzada a sus propios ojos y a los de los hombres, busca en la austeridad y en el retiro el consuelo y reparo a la herida de su corazón.
Sí, señor; fui militar. Otros que son santos lo fueron. Y al recordar sus tiempos de soldado, latía en sus palabras cierto orgullo; la misma satisfacción soberbia que muestra la Iglesia al decir que muchos de sus santos fueron antes hombres de espada. ¿No se lo dije en otra ocasión, amigo don Isidro? fui militar y estuve en aquel zafarrancho de Alcolea, pero al lado de los malos.
Manchando de blanco el verde oscuro de las colinas, aparecían sembrados, o mejor, colgados sobre el valle algunos caseríos. En lo más hondo se percibía uno mayor que los otros, descansando entre el follaje de una vegetación soberbia. Aquél debe de ser Riofrío se dijo Andrés poniéndose la mano por encima de los ojos, a guisa de pantalla, para examinarle con más comodidad.
¡Ah! señor Máximo exclamó llorando si supiera usted lo que me mortifica... pues bien, me pagará después mi comida, si quiere, me pondrá el dinero en la mano, cuando lo tenga... pero puede usted estar seguro, que aun cuando me diese cien mil francos, no me proporcionaría usted tanto placer, como si lo viera aceptar mi pobre comida. Me haría usted una soberbia limosna.
Solamente al oirle dirigirle la palabra en inglés, hizo un movimiento de sorpresa tan perfectamente ejecutado, que Cristián se quedó lleno de admiración. ¡Ah! ¿El señor de Tragomer, creo? dijo. Le ofreció la mano, que él estrechó, y con una soberbia tranquilidad y voz tranquila y pura, prosiguió: Hemos corrido bien los dos desde la noche en que nos conocimos...
Lejos de ser un monstruo horrendo, si bien con toda la majestad de quien estuvo cerca de Dios, y con toda la soberbia de quien aspiró a vencerle; lejos de ser un revolucionario titánico casi un anti-Dios como el Satán de Milton, apenas es malo de veras. Es un tuno, un galopin, un bufonzuelo y poco más. El Padre Eterno confiesa que no le odia, que le tolera y hasta que se divierte con él.
Su mérito personal, a pesar de su soberbia confianza en este punto, no está todavía más que en el estado de esperanzas, y yo espero que se digne revelarse. ¡Ah! miss Darling, la juventud es también un mérito que se aprecia mucho, sobre todo cuando está lejos. En una mujer, sí, como la belleza; pero en un hombre es cosa superflua.
Dios ha derribado mi soberbia con este golpe; mi engreimiento era insolentísimo, y han sido indispensables los desdenes de ese hombre para que sea yo todo lo humilde que debo. ¿Puedo estar más postrada ni más resignada?
Si la ambición de doña Catalina hubiera sido otra, Quevedo hubiera tenido esperanzas de dominarla. Para con doña Catalina no había otro dominio que el amor, y estaba escarmentada, recelosa. Dime, don Francisco dijo doña Catalina sentándose sobre sus rodillas : ¿es cierto que tú sueñas grandezas?... ¿Yo?... ¿Que, porque las sueñas, te sirves de la soberbia y de la locura del duque Osuna?
Palabra del Dia
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