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Actualizado: 17 de junio de 2025


¡Ay -dijo entonces Sancho Panza-, y cuán no pensados sucesos suelen suceder a cada paso a los que viven en este miserable mundo! ¿Quién dijera que el que ayer se vio entronizado gobernador de una ínsula, mandando a sus sirvientes y a sus vasallos, hoy se había de ver sepultado en una sima, sin haber persona alguna que le remedie, ni criado ni vasallo que acuda a su socorro?

Se consideró Ojeda empequeñecido por el número y el esplendor de sus compañeros de viaje. ¡El dinero que costaría mover esta tribu, acostumbrada a vivir siempre en un cuadro de abundancia y comodidades! ¡Lo que tendría detrás de él aquel caballero puesto de chaqué y sombrero de media copa, jefe de la caravana, al que los sirvientes llamaban «doctor»!... ¡A lo que se presta el trigo! ¡Lo que puede dar el vientre de las vacas!...

Entonces fué mayor mi repugnancia por aquel hombre, y tuve desde luego tal convicción de que intentaría robarme, que durante toda la noche no pude despedir este pensamiento de mi mente, y abandoné el lecho muy temprano, cuando aún dormían en silencio amos y sirvientes. Con la primera claridad del amanecer, penetré en la capilla.

La que apoyaba en la misma montaña para los alcázares del califa: en los cuales se alojaban además del dueño 6300 mujeres entre concubinas de mayor ó menor categoría, criadas y sirvientes; y donde habia para ellas 300 baños.

En toda la provincia de Toscana, ya sea en la choza del pobre, ya en el palacio de un príncipe, el paciente, humilde y caritativo fraile capuchino es bien acogido; en la casa de todo contadino está siempre preparado para él un pedazo de pan y una botella de vino, y en las villas y palacios de los ricos encuentran siempre un lugar en la sala de los sirvientes.

-Esa ida a toca -dijo Sanchica-: lléveme vuestra merced, señor, a las ancas de su rocín, que yo iré de muy buena gana a ver a mi señor padre. -Las hijas de los gobernadores no han de ir solas por los caminos, sino acompañadas de carrozas y literas y de gran número de sirvientes.

Se dirige a los sirvientes con toda familiaridad, exactamente como si fuesen sus iguales; ¡y hace un momento que cumplimentó a una de las mucamas por su buena presencia! Esto es terrible, señor Greenwood, terrible exclamó la viuda, inmensamente chocada. ¡Es la exhibición más vergonzosa de su mala educación!

Pronto el rumor de la desgracia ocurrida habíase extendido por la ciudad, y las gentes madrugadoras, o sea las sirvientes y las mujeres devotas que salían del templo, la siguieron llorando y rezando en voz alta hasta la puerta de su casa.

Aquí sólo estos sirvientes tienen segura su vida y sus propiedades.» ¿Los gauchos, la plebe y los compadritos lo elevaron? Pues él los extinguirá: sus ejércitos los devorarán.

Un nuevo registro en la villa Cyclamens más minucioso que el anterior, excluyó la idea de que hubiera dinero oculto en la casa, y por último, el interrogatorio de los sirvientes fue igualmente contrario a la sospecha. No quedaba, por lo tanto, más que la hipótesis de la intención del hurto, y Ferpierre no creía en ella.

Palabra del Dia

rigoleto

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