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Actualizado: 24 de junio de 2025
Elena, arrodillada al lado de la cama, rezaba silenciosamente con un amoroso ardor de pena y de fe que la transfiguraba. Yo la envidiaba muy de veras... Elena... hija mía... La joven se levantó y acercó la mejilla a aquellos labios moribundos, que la besaron. Después, el enfermo, dijo con voz débil: Oigo como un ruido de campanas... ¿Será que sueño?
Los niños habían formado un grupo y se divertían en un rincón, exceptuando el comedido Vicente, que se paseaba silenciosamente a lo largo de la estancia, bien resuelto a no ser confundido con aquella chiquillería.
Un largo silencio sucedió a este arranque de orgullo. Ambos mirábamos el fuego como dos buenos hechiceros que intentaran leer el secreto del porvenir en las llamas y carbones encendidos. Mas, llamas y carbones permanecían mudos y yo lloraba silenciosamente, cuando el cura prosiguió semisonriendo. Sin embargo, no se parece a Francisco I, ni a Buckingham.
Cuando llegué a la puerta me detuve y lancé al interior una mirada ansiosa: sentada de espaldas a mí, delante de un piano estaba una mujer. Seguía cantando. Yo me acerqué silenciosamente, atravesé la habitación y quedé de pie, inmóvil, detrás de ella.
El oficinista, que se había puesto muy serio al darse cuenta de la importancia de esta conversación, aprobó silenciosamente con movimientos de cabeza. Mi representado continuo el marqués no se contenta con menos de tres tiros á veinte pasos, pudiendo apuntar durante cinco segundos.
Después añadió con una desesperación cómica: Me privaré de conocer unos cuantos restoranes nuevos y de apreciar varias marcas de vinos famosos... Ya ves que el sacrificio nada tiene de extraordinario. Federico le estrechó la diestra silenciosamente, al mismo tiempo que Elena le abrazaba y besaba con un impudor entusiástico.
Era el mismo aucamiento de la otra noche, pero sordo, quedo, ronco, como si el que lo lanzaba tuviese miedo de que el grito se esparciese demasiado, colocando sus manos en torno a la boca para enviarlo con esta bocina natural únicamente hacia la torre. Pasada la primera sorpresa, rio silenciosamente, encogiendo los hombros.
Sólo se oían sobre los peldaños de piedra los recatados pasos del religioso y del tío Manolillo. En lo alto ya de las escaleras, atravesaron silenciosamente un trozo de corredor, y el bufón se detuvo y llamó quedito á una puerta. Oyéronse dentro precipitados pasos de mujer, y se descorrió un cerrojo. La puerta se abrió.
Habíamos tomado tan al pie de la letra la orden de no hacer ruido, que avanzamos despacio y silenciosamente con el alma en suspenso, los ojos atentamente fijos en el último término del terreno hacia la izquierda, punto donde se había trabado la acción.
No estando aún levantada el ama de la casa, me instalé silenciosamente en el salón, mediante la complicidad de la sirvienta, y me entregué solitariamente á mi polvorienta tarea.
Palabra del Dia
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