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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Era buen mozo; moreno, esbelto, de mirada profunda, semblante serio, maneras graves, movimientos pausados, como quien pretende aumentar la dignidad de su persona; vestía rica pero sencillamente, y todo en él rebosaba orgullo, mejor dicho, soberbia, y una extremada satisfacción de sí mismo; era, en fin, uno de estos seres que jamás descuidan su papel, y que con su aspecto van diciendo por todas partes: «soy un grande hombre».
Era visible que, según ella, acababa de cometer otra tontería. No comprendo esos misterios para una cosa tan sencilla... Pero como ya no podía retroceder di a Francisca la carta del señor Baltet diciéndole sencillamente: De mi alma hermana. Entonces será tan mema como tú respondió Francisca, y no es poco decir, mi pobre Magdalena... Leyó y releyó la carta como para pesar sus términos.
Sencillamente, con toda libertad, sin ambigüedades, habló del pasado, concretando los intereses de nuestra futura amistad, no para imponer condiciones, sino para convencerse de que los vínculos de ella serían más estrechos y mezclando el nombre de su prometido, que, aseguraba, no sólo no desunía nada sino que consolidaba relaciones que otro enlace acaso hubiese podido romper.
Aquí puede usted hacer lo que le da la gana... Yo no le contesté . Usted. Usted puede hacer aquí lo que le dé la gana, y con usted, pueden hacerlo el Sr. La Chica y otros cuantos señores; pero yo, no. No hay posibilidad de que todo el mundo haga nunca lo que le dé la gana, y si ustedes hacen su gana de ustedes, es sencillamente porque una buena cantidad de señores no podemos hacer la nuestra...
El abogado, cuya fisonomía había tomado un aspecto más grave aún, se encogió de hombros sencillamente, y dijo: Debemos, por cierto, aguardar el resultado de la investigación, pero tengo la creencia, por ciertos informes que poseo, de que Burton Blair no ha fallecido de muerte natural.
Al calor de esas páginas que sólo se escriben y se leen en una edad, yo había visto aparecer a Valentina como Mussette o como Francine, llena de poesía, con su carita jovial, sus ojos negros, su cabello castaño ondeado, sencillamente ataviada de cintas color rosa; la boca roja y fresca como las guindas; toda esta cabecita deliciosa, sostenida por una figura llena de distinción.
La señora de Hermany, yendo y viniendo por el salón a obscuras, en el desorden de una bacante, detúvose al fin delante de Juana: ¿Creía que era una santa? dijo. Sí contestó sencillamente Juana. La señora de Hermany, encogiéndose de hombros, dio todavía algunos pasos.
Querido maestro le dijo sencillamente Pedro , heme aquí de nuevo... semejante al hijo pródigo... En una palabra, he tenido graves disgustos... lanzándome para olvidarlos en una miserable vida de calavera... sin conseguir mi objeto... y vengo hoy a buscar ese olvido en el seno de mis antiguos amigos... no sin confesar que por ahí debiera haber empezado.
Llevaba con exquisita gracia su modesto traje de señorita; se había recogido sencillamente los cabellos, cuyos ensortijados aladares daban a sus sienes puras la idealidad de una corona. Pero lo más sorprendente, lo más admirable de la niña era aquella su incopiable expresión de delicioso ensueño, que encendía en sus labios sonrisas misteriosas y en sus ojos intensas y divinas luces.
Los arrieros se levantaron inmediatamente y saludando al recién venido por el nombre de don Salvador, salieron a su encuentro. Nada de transportes; se dieron sencillamente la mano, a la manera gaucha, casi sin oprimirla, contentándose con un contacto fugitivo.
Palabra del Dia
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