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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Sorege se llegó á ella, la cogió bruscamente por un brazo y la empujó hasta la silla colocada delante del escritorio. Ahora, escribe. ¿Qué? Sencillamente esto: "La pretendida confesión que posee el señor de Freneuse me ha sido arrancada con amenazas de muerte. Libre y dueña de mi misma, me retracto de ella completamente. Jamás he cometido el crimen de que se me obliga á acusarme."

La señora de Candore, sencillamente de la familia Neris, era hija de un riquísimo comerciante de lanas y había cambiado el millón de su dote con la partícula que le llevó su marido por toda fortuna. De un orgullo de emperatriz y gran señora hasta las uñas, hizo pronto olvidar la modestia de su origen.

Los graves historiadores no creen digno consignar ese título de gloria del gran guerrero, pero, á pesar de ellos, es el que más acreedor le hace á la simpatía de la posteridad. Pero no nos es necesario buscar ejemplos en la antigüedad romana para poder gozar sencillamente de la naturaleza.

El buen comandante me levantó la cara, roja de confusión, y me contestó sencillamente: Está bien, le aconsejaré, que vaya a Laponia. ¡Cuánto os quiero! exclamé con los ojos llenos de lágrimas y estrechándole la mano. Decidle que no permanezca mucho tiempo en las chozas de esas gentes; no sea cosa que enferme. Dicen que apestan. Mi tío llegaba.

Con la cabeza ceñida por un pañuelo que dejaba sólo ver algunos rizos, la garganta y una buena porción del pecho al descubierto y los brazos por completo al aire, estaba sencillamente sublime. ¡Qué ondulaciones de torso! ¡qué pureza de líneas! ¡qué armonía! ¡qué majestad!

Pregúnteselo usted a Rufita González contestó Nieves muy seria , que lo sabrá con exactitud... ¡Carape si la picaba Rufita González en aquel particular! Pero no se dio por tentado de la sospecha, y dijo sencillamente: Y ¿por qué lo ha de saber Rufita mejor que usted? Porque ya tiene el gabinete preparado... y hasta los dulces para la boda.

Pero si esto es así dirán ustedes , ¿por qué hay tantos hombres sin honor? Sencillamente, porque no lo necesitan. Yo he observado que sólo tienen honor aquellas personas a quienes les hace verdadera falta tenerlo. ¿De qué le serviría el honor a un ebanista o a un comerciante? Cuando un joven piensa dedicarse a la ebanistería o al comercio, no se preocupa del honor.

Tan espantoso desenlace no había de tener por causa ni peste, ni hambre, ni fuego del cielo, ni ningún otro medio sobrenatural, sino que todo había de ocurrir sencillamente por efecto del truculento frenesí que el amor y los celos producen en el alma de una mujer apasionada. Yo creo haber cumplido con las condiciones que la mencionada señorita me impuso y de ello estoy orgulloso.

Jacobo... ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Prefiero entregarme, que me prendan, que me juzguen, que me maten! Cometer semejante infamia... ¡No! ¡No! Una infamia semejante á la suya... No hará usted más que corresponder, sencillamente... ¡Cuántos escrúpulos, cuando él ha tenido tan pocos! ¡

Su contrario don Pedro se limitó sencillamente a dejarse caer en un sofá y pedir una taza de tila. Mas no hubo otro remedio que acudir a donde el honor los llamaba.

Palabra del Dia

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