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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Entreabre y frunce los labios con violencia, como si temiera que se la va á escapar su secreto; y significando de un modo confuso la duda, el rubor y esa fantasía indecisa de un deseo vírgen, de un primer deseo; esa alucinacion con que nos seduce la idealidad milagrosa de una esperanza que nunca se ha sentido; la alucinacion que nos causa el agüero de un mago, cuando creemos en la mágia.

El obelisco no nos atrae, no nos llama, no nos interesa, no nos seduce, sino porque es una especie de escritura sagrada, un geroglífico que no comprendemos, un pensamiento que no adivinamos, el símbolo de una creencia, un símbolo de fe, un símbolo de religion.

Esta soberbia decoracion, que tanto me seduce y encanta, hermosea á mis ojos las calles de Torino, cierra majestuosamente los horizontes con montañas de plata que al esplendor del sol deslumbran, nos ofrece dentro de la ciudad las espléndidas magnificencias con que Dios engalanó su perfecta obra, y embellece todo, el cuadro y los accidentes.

Ya no se le ocurría todo aquello de capricho, vanidad, lo que me la gana, un día, una hora... La quería por suya como se desea la felicidad, sin fijar término ni plazo, lo antes posible y para siempre: ya no era el temible Burlador de Sevilla, que seduce, logra y desprecia, sino el Tenorio apasionado que se rinde a doña Inés.

La política es la gran culpable en la vida americana: fascina a los talentos jóvenes, los seduce y los esteriliza para la producción intelectual serena y elevada; los embriaga con la acción efímera, los gasta y los deja desencantados, imposibilitándolos para volver al culto de las letras, y esclavizados por la fascinación de la vida pública.

No; este hombre es un blasfemo, dirán, seduce las turbas, es enemigo del César, la fidelidad pues, la tranquilidad pública, la religion exige que se le quite de en medio.

Debe haber un daltonismo hereditario en la masa. Es imposible que vean el rojo con el mismo tinte que se nos ofrece. El verde los seduce; es necesario haber vivido un año entre cotorras para habituarse a aquellos plastrons imposibles. En cambio, el grupo de los swell se viste con una elegancia sólo comparable a la alta clase inglesa.

La iglesia es, en pequeño, una primorosa imitacion de San Pedro de Roma, con un lujo de ornamentacion que sorprende y seduce, y mil trabajos de escultura y pintura que arrebatan y embelesan sucesivamente. Hay allí frescos deliciosos que le dan al recinto un no qué de celestial y sublime, impresionando profundamente.

No es la verdad lo que me seduce, sino el esfuerzo de discurso, de sutileza y de imaginación que se emplea en descubrir la verdad, aunque no se descubra. Una vez la verdad descubierta, bien demostrada y patente, suele dejarme frío.

Y no tan sólo es hermosa La novela de un joven pobre por su asunto y la alteza de los sentimientos que en ella actúan, sino que también sobresale y seduce por las excelencias primorosas del estilo, en que era el autor un magistral artífice. Espíritu delicado y exquisito, Feuillet hacía su prosa dúctil, ágil, experta.

Palabra del Dia

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