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¡Por el amor de Dios! interrumpió el médico empujándome hacia el fondo del estragal . Ropa seca y un poco de lumbre para , y una cama para éste, antes de todo; y calentándonos hablaremos después. Es que está mi tío en la cocina repliqué temiendo que no pudiera decirse delante de él todo lo que Neluco tuviera que contar.

El clima poderoso había templado al hombre como en ninguna otra parte del planeta, dándole una fuerza seca y resistente. Curtidos y bronceados por una absorción profunda del sol y de la energía del ambiente, sus navegantes pasaban al estado del metal. Los hombres del Norte eran más fuertes, pero menos robustos, menos aclimatables que el marino catalán, el provenzal, el genovés y el griego.

Es decir, que dejaba usted una puerta abierta a su impaciencia y a su indiferencia seca y cruel... ¿Cree usted, Luciana, que me es fácil perdonar eso? ¿Será posible? Luciana respondió en tono resuelto. ¡No!... Aunque me perdonase usted, no podría olvidar... Y yo tampoco olvidaría mi falta ni la dureza de sus reproches.

Saliendo de este rio, y siguiendo siempre el rumbo del poniente, se entra por una campaña llena de médanos muy fragosos y ásperos, tierra muy seca y estéril. Caminando por entre los médanos, como cosa de treinta leguas, se descubre, mirando al poniente, un cerro grande nevado, muy alto, en forma de columna, llamado el cerro de Payen.

Comenzaba á clarear el día cuando despertó el doctor Aresti, sintiéndose empujado en un hombro. Lo primero que vió fué el rostro de manzana seca, verdoso y arrugado de Kataliñ, su ama de llaves, y los dos cuernos del pañuelo que llevaba la vieja arrollado á las sienes. Don Luis... despierte. Muerto hay en el camino de Ortuella. El jues que vaya.

8 Mas él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él levantándose, se puso en pie. 10 Y mirándolos a todos alrededor, dice al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restituida sana como la otra. 11 Y ellos se llenaron de rabia; y hablaban los unos a los otros qué harían a Jesús.

Las horas corrían veloces; pero nosotros no oíamos o no queríamos oír los golpes del reloj sonando lentamente en el silencio y soledad de la noche. Sin embargo, la seca campanada de la una nos estremecía y nos llenaba de inquietud. Aún permanecíamos hablando algún tiempo. Sonaba la una y media... Vete, vete. Cinco minutos nada más. Pasaban cinco minutos, y otros cinco después, y yo no me movía.

Uno seca terrenos pantanosos, construyendo canales subterráneos que desembocan en el arroyo y aumentan su caudal; otro lo empobrece, al contrario, haciéndole sangrías á derecha é izquierda para regar sus campos; otro aun, rebaja su nivel medio limpiando el fondo, destruyendo las aristas de las piedras en las corrientes y cascadas, mientras que en otra parte, los industriales, elevan la superficie del arroyo, construyendo presas para llevar el agua á sus fábricas.

A lo lejos se levanta la torre del Templo del Cielo, semejante a tres quitasoles sobrepuestos; después la gran columna de los Principios, hierática y seca como el genio de la raza, y delante blanquean en una media tinta sobrenatural, las terrazas de jaspe del Santuario de la Purificación.

8 El hombre de doble ánimo, es inconstante en todos sus caminos. 9 El hermano que es de baja suerte, gloriese en su alteza; 10 mas el que es rico, en su bajeza; porque él se pasará como la flor de la hierba. 11 Porque salido el sol con ardor, la hierba se seca, y su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todos sus caminos.