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Actualizado: 16 de junio de 2025


Señalaba los objetos que había en cada pieza, qué plantas adornaban el patio, si había canario en el zaguán... Misia Casilda siempre trabajando, con su bata de lana y sus dos bandós tan alisados; don Pablo Aquiles, al Ministerio a las doce... no se le oye nunca la voz. Quilito, mareando a todos con sus fantasías. El mastín de la casa era Pampa, la india, enseñando los dientes al que entra.

Tal vez aquel toque señalaba el momento en que su marido iba a colocarse frente a la fiera. ¡Y ella allí, a pocos pasos de distancia, y sin verle!... Quería escapar para librarse de este tormento. Además, la angustiaba la sangre que corría por el patio, el tormento de aquellas pobres bestias.

Fernando, sin perder su risueña actitud, volvióse hacia Carmen, que estaba inmóvil y pasmada, para decirle: ¿Te gustan los colores? y le señalaba las telas desdobladas. La muchacha no se atrevía a responder ni casi a mirar. El se le acercó afectuoso y la obligó a levantar la cabeza, rozándole con la mano suavemente la redonda barbilla.

El comandante Blumhardt se acordaba de los suyos, que vivían en Cassel. Ocho hijos, señor dijo con un esfuerzo visible para contener su emoción . Los dos mayores se preparan para ser oficiales. El menor va á la escuela desde este año... Es así. Y señalaba con una mano la altura de sus botas. Temblaba nerviosamente de risa y de pena al recordar á su pequeño.

Aprovechando la ocasión, un humorista del lugar había erigido junto a la cabeza de Sandy un cartel provisional que llevaba esta inscripción: Resultado del aguardiente Mac Corcil; mata a una distancia de cuarenta varas. Debajo había una mano pintada que señalaba la taberna de Mac Corcil.

Y todo el público, arremolinándose, de pie y con el puño amenazante, señalaba al vejete que, cuando cantaba la tiple, metía la nariz en la capa para llorar, y ahora se erguía intentando en vano hacerse oír. ¡A la cárcel! ¡A la cárcel!

Y señalaba al horizonte, en el que se marcaban como rojas neblinas los lejanos promontorios y montañas de la tierra griega. El tal ducado fué, en realidad, una República. La Compañía había conferido su corona á los reyes aragoneses de Sicilia, pero éstos no visitaron nunca sus nuevos dominios, delegando el gobierno en mercaderes y hombres de mar.

Córdoba, en fin, ofendida del ultraje, y esperando venganza y reparación, escribió con la mano docta de la Universidad, y en el idioma del breviario y los comentadores, aquel célebre anagrama que señalaba al pasajero la tumba de los primeros realistas sacrificados en los altares de la patria: =C L A M O R= o i l o r o n n l r e d c i e e l r h e n n l í a r d o a g s e n u a e z ¡Ya lo véis.

En unas casas encontraba al hombre sentado en un rincón, con aspecto enfurruñado, y a la mujer tendida en el suelo. Pasa de largo, Joselillo gemía la gitana . Hoy no puedo darte el real: no he ganado nada. ¡Mira cómo me ha puesto el cuerpo ese bruto! Y señalaba al marido, que permanecía impasible, con la tranquilidad del que cumple su deber.

La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era una de esas torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas, como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé; era maciza sin perder nada de su espiritual grandeza, y hasta sus segundos corredores, elegante balaustrada, subía como fuerte castillo, lanzándose desde allí en pirámide de ángulo gracioso, inimitable en sus medidas y proporciones.

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