Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de mayo de 2025
¡Una hereje, una protestante! ¡pobre cura! en eso estaba pensando precisamente desde que oyó decir: «Una americana, madama Scott.» ¡La nueva castellana no iría a misa! ¡Qué le importaba que hubiera sido mendiga! ¡Qué le importaban sus millones de millones, ella no era católica!
M. Scott jamás manifestó la menor inquietud, y tenía perfecta razón para estar tranquilo... Más aún, gozaba con los triunfos de su mujer; era feliz al verla contenta. ¡La amaba tanto!... un poco más que ella a él, quizá. En cuanto a Bettina, formose a su alrededor una carrera fantástica, ¡una ronda infernal! ¡Semejante fortuna! ¡Y semejante belleza!
No fue precoz como Shelley; pero creció despacio y con firmeza, como un roble, hasta que llegó a su majestuosa altura. Walter Scott tampoco fue precoz de niño. Su maestro dijo que no tenía cabeza para el griego, y él mismo cuenta que fue de muchacho muy travieso y holgazán; pero gozaba de mucha salud, y era gran amigo de los juegos de su edad.
Mientras Juan se apresuraba a servir a madama, Scott, ésta continuó: No lo he dicho todo aún. Es preciso que sepáis de dónde nacen estas historias extravagantes. Cuando vinimos a establecernos en París, hace un año, creímos deber dar desde nuestra llegada, cierta suma para los pobres. ¿Quién habló de ésto?
Magnífico estudio del cautivante problema de la herencia mendeliana, visto desde los trabajos de investigación hechos por la escuela de Morgan. W. B. Scott. =La teoría de la evolución.= Un tomo, 8 pesetas. Exposición y crítica del estado actual del problema de la evolución, siempre candente.
No fuimos nosotras, seguramente; pero la historia salió en un diario con la cifra, y en el acto dos jóvenes reporters acudieron a hacer sufrir un interrogatorio sobre su pasado a M. Scott, pues querían escribir sobre nosotros una crónica en sus diarios. M. Scott es a veces algo vivo, y ese día lo fue bastante, despidiendo bruscamente a esos señores sin decirles nada.
Madama Scott no tomó un palo para echar de su casa a aquella gente. Tuvo a la vez diez, veinte, treinta adoradores; pero ninguno pudo jactarse de la más mínima preferencia, a todos opuso la misma resistencia amable, alegre, risueña... Claro era que se divertía en el juego, y no tomaba ni por un instante la partida a lo serio. Jugaba por placer, por honor, por amor al arte.
Pero yo conservaba siempre en el oído las últimas palabras de mi padre, y no aceptaba... Sin embargo, la miseria iba a obligarme, cuando un día fui a ver a uno de los amigos de mi padre, un banquero de New-York, M. William Scott, que no me recibió solo; junto a su escritorio estaba sentado un joven: «¡Podéis hablar, me dijo, es mi hijo Richard Scott!» Miro al joven, él me mira y nos reconocemos... «¡Zuzie! ¡Richard!» y nos tendemos la mano.
Pero a pesar de eso, al escuchar la afirmación de Blanca, estuve a punto de divulgarlo; sin embargo, logré dominarme. En todo caso, amaré a alguien, mañana o pasado; porque no se puede vivir sin amar. Y ¿de dónde has sacado, esas ideas, Reina? Pero, de la vida, tío le respondí tranquilamente. Recordad las heroínas de Walter Scott: recordad cuánto aman y cómo son amadas.
Estás tan linda como la más linda de las heroínas de Walter Scott le dije contemplándola con admiración. Reinita me dijo sentándose a los pies de mi cama, vengo a charlar contigo. Me alegro. Pero no estoy bien despierta todavía y puede que mis ideas... ¿Aun cuando se trate de casamiento? prosiguió Blanca, que ya conocía mi opinión sobre tema tan serio. ¿De casamiento?
Palabra del Dia
Otros Mirando