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Actualizado: 26 de junio de 2025


Todo lo cual dejó á cargo de Sarmiento, y un bagel pequeño, único auxilio para tan grande empresa; retirándose con las demas naves, sin haber tornado otra providencia para el fomento y subsistencia de aquellas gentes.

¡Otra bandada de cangrejos! exclamó ; está de Dios que nunca hayan de dejarme los tales. Y es el bueno Ruy Pérez Sarmiento, asno injerto en lobo, y alcalde de casa y corte por la gracia de Lerma; ¿y qué me querrá éste? paréceme que se arroja á hablarme. En efecto, un alcalde de casa y corte avanzaba, vara enhiesta, hacia Quevedo.

De aquellos rincones de nuestras provincias salieron los espíritus luminosos que hicieron la patria: Sarmiento, Alberdi, Rawson, los Gallo, Vélez Sársfield, Avellaneda, etc.

Cuando Ramos Mejía publicó su Neurosis de los hombres célebres en la historia argentina, en cuyas páginas, según es sabido, traza la historia clínica del tirano, Sarmiento se apresuró a comentar así ese trabajo: «La tiranía de Rosas fué una locura en acción» nos dice al comenzar su comentario . Y luego avanza esta advertencia valerosa: «Prevendríamos al joven autor que no reciba como moneda de buena ley todas las acusaciones que se han hecho a Rosas, en aquellos tiempos de combate y de lucha, por el interés mismo de las doctrinas científicas que explicarían los hechos verdaderos» . Con esa austeridad confesaba Sarmiento sus excesos polémicos anteriores a 1852, y si traigo tal confesión sobre sus ataques a Rosas, es porque esta otra figura completa a la de Facundo en la composición de su libro, y porque el «folletín» del Progreso no fué sino un episodio periodístico de la violenta predicación que los emigrados realizaban desde el extranjero contra el tirano de Buenos Aires.

¡Ah, ah! ¿Le conocéis? dijo el licenciado Sarmiento ¿y además decís que ese hombre os ha causado perjuicios? ¡Perjuicios! ¡Dios sólo sabe lo que ese infame ha hecho conmigo! Aunque yo no os hubiera encontrado sobre el cadáver y con la daga en la mano, y á tales horas y en tal noche, las palabras que acabáis de decir y que demuestran que sois enemigo del muerto, bastan para llevaros á la horca.

Por eso también será un europeísta, coincidiendo en esto, como en su pasión por la educación popular, otra vez con Sarmiento, pues sobre todo era un apasionado del tipo anglo-sajón. Se esforzará por mejorar el individuo trabajando en la levadura criolla, según el modelo del norte, entendiendo así mejorar la colectividad.

Dio un brinco y se plantó sobre la baranda del corredor; ascendió luego fácilmente por el grueso sarmiento de la parra que se enlazaba retorciéndose a las columnas de madera que sostenían el tejadillo, encaramose sobre éste y echando una mirada recelosa en torno y otra de ávido anhelo a la ventana del palomar, sacó la lengua y se relamió repetidas veces con repugnante ausencia de sentido moral.

Fue Sarmiento, en nuestro país, el que contribuyó más eficazmente a barrer del espíritu argentino con la difusión de las luces por la educación común, esa lamentable basura moral, que es el gobierno de los niños por el miedo al cuco y de los adultos por el miedo al diablo.

Para comprender bien las últimas palabras, téngase en cuenta que la preposición en, así en el castellano antiguo como en valenciano moderno, hace las veces de con. Fernán Pérez de Guzmán, Claros varones. Sevilla, 1543. Sarmiento, Memorias, pág. 321. Historia de España. L. XIX, cap.

Pero no solamente no cayó, sino que hubo de emitir acerca de Sarmiento y el Tratado de los Incas, y de Cieza y su Crónica tales juicios, que por ellos resultan dos personalidades perfectamente definidas y dos autores completamente diversos . No es ahora del caso citar uno por uno los pasajes donde se hallan dichas alusiones; basta el siguiente, que hace inútiles todos los demás.

Palabra del Dia

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