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Actualizado: 4 de junio de 2025
Con el espíritu del self government, se preservó también en la Gran Bretaña el amor a la justicia y el instinto de progreso, adormecidos en el continente por la confianza en la justicia divina y la esperanza del cielo para los pobres de espíritu; anquilosados en las civilizaciones de la India y la China por la institución de las castas cerradas y el mandarinismo, que oponían una barrera infranqueable a las capacidades particulares, y se salvaron precisamente por el sistema de las clases abiertas, pues la nobleza misma no era hereditaria sino el título de par y por el hijo mayor, quedando así la aristocracia interesada en la suerte de los comunes de la que participaban sus demás descendientes.
A su arte mágico se debe el crecimiento del río Funza, cuyas aguas inundaron todo el valle de Bogotá, pereciendo en este diluvio la mayoría de los habitantes, de los que se salvaron unos pocos sobre la cima de las montañas cercanas. Irritado el anciano, arrojó a la hermosa Huitaca lejos de la Tierra; convirtiose en Luna entonces, comenzando a iluminar nuestro planeta durante la noche.
Luego los turcos se pusieron al derredor del castillo, y este día no lo tomaron, hasta otro que el Bajá y Dragut se hallaron á la puerta del castillo, como salían los capitanes que se habían encerrado y retirado dentro, por miedo que tuvieron de perder la vida, y asimismo otros capitanes y gentiles-hombres particulares que estaban heridos, que entre todos serían pocos menos de 1.000 hombres, y los escribían á cada uno por su nombre, y fueron consignados por captivos del gran Turco, y donde los pobres quedan con poca esperanza de haber libertad, y éstos creyendo salvarse en el castillo acertaron mal, porque fué peor para ellos, que los otros que fueron presos en el fuerte quedaron en poder de particulares, los cuales con el tiempo podrán haber la libertad, ó por rescate ó por otra manera, y algunos se rescataron muy presto y otros huyeron y se salvaron.
Salvaron casi todo el valle caminando por una de las laderas. Á la mitad de él próximamente sintieron el lejano y débil repiqueteo del tambor. Algo más adelante percibieron un murmullo ó rumor vago y confuso que despierta siempre dulce emoción en los que asisten á esta clase de regocijos. La romería estaba cerca.
Cuenta en su autobiografía que durante los años de sus estudios universitarios vivía en la más negra miseria y a veces estaba sin comer dos días seguidos. En 1894, cansado de luchar, desesperado, intentó suicidarse y se tiró un balazo en el pecho. Pero los médicos salvaron la vida de quien algunos años más tarde debía ser gloria de la literatura rusa.
El cura les dejó á la salida del villorrio y emprendió el camino pendiente y tortuoso de la rectoral. Los cuatro vecinos de Vegalora siguieron la calle de avellanos que conducía al río, salvaron el puente, y una vez en la carretera fué asunto de pocos minutos el poner el pie en la villa. Octavio apenas despegó los labios en todo el camino.
En las propias actuaciones habrá notado V.S. que aun subsiste en el ánimo de los indios, muy vivo el recelo de caer en ese infortunio, y que por eso han soltado una que otra expresion relativa á estos puntos, ya diciendo que los españoles son muy temerarios y tiranos, y ya que los han de hacer esclavos, ó sugetarlos á encomiendas, si se juntan con los Aucahuincas que se salvaron del asedio de la ciudad de Osorno.
Sus declaraciones me salvaron; no digo yo que de una acusación en regla, pero por lo menos de muchas impertinencias y molestias. A fuerza de súplicas logré que aquellos señores entraran en mi casa y esperasen la llegada del juzgado, que se presentó a las dos de la madrugada.
El Canelo, con el rabo enroscado, marchaba delante, unas veces cerca, otras lejos, y parándose con frecuencia á ver si sus amos le seguían. Mientras no salvaron el puente caminaron en silencio. La condesa observaba con el rabillo del ojo y sonriendo picarescamente la actitud encogida y espantada de su acompañante. Al llegar á la carretera tuvo compasión de él y le dirigió la palabra.
De los sanos se salvaron algunos, entre ellos el padre de ese señor oficial de artillería; pero los heridos se ahogaron todos, como es fácil comprender, no pudiendo los infelices ganar a nado la costa». Me quedé absorto al saber la muerte del joven Malespina, y la idea del pesar que aguardaba a mi infeliz e idolatrada amita llenó mi alma, ahogando todo resentimiento.
Palabra del Dia
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