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Actualizado: 15 de junio de 2025
Mientras que en nuestra Europa, con bastante agua para el desenvolvimiento de la vida, nos saludamos burguesamente preguntándonos por la salud y los negocios, los gallos del Africa oriental, se preguntan inclinándose. «¿Has hallado agua?» En el Indostán, al criado encargado de refrescar la morada rociando el piso, le llaman el «paradisiaco».
Por Luis Vélez de Santander. De plomo, como de gorra, nos saludamos mil veces las turquescas escopetas con los cristianos mosquetes, descubrimos las montañas de la provincia que tiene el obelisco de Dios en prisión irreverente, hasta que el heroico brazo vuestro a rescatar se llegue, para que el número diez acrecentéis a los Nueve, y en la primera jornada de Argel fué mi coselete, espejo al sol, que, Narciso, por mi se negó a las fuentes, llegando a Valladolid la misma noche del viernes que, para dicha del mundo, vos nacéis y Cristo muere.»
Muy bien, muy bien, señor; inmejorable replicó el señor de Bevallan, agitando con gracia la mano para serenar á las mujeres. Nos saludamos y salí.
Una vez solos nos saludamos de nuevo como verdaderos amantes y en seguida me presentó dos cartas. Era una de Miguel el Negro, invitándola cortésmente a pasar el día en el castillo de Zenda, como tenía por costumbre hacerlo una vez cada verano, cuando el parque y los jardines del castillo ostentaban toda su belleza.
Nos saludamos, cambiamos algunas palabras, y de buenas a primeras, sonriendo mefistofélicamente, me pregunta: «¿Ha leído usted los últimos artículos de Morel en El Noticiero...? ¡Prodigioso...! ¡Enorme...! Léalos usted si quiere pasar un buen rato... Indudablemente ese hombre es un loco o un idiota.» Los dos habían empleado iguales calificativos. ¿No tiene gracia?
Como estos soldados misántropos de corazón entenebrecido son más dignos de lástima que de odio, y como tienen, en medio de sus graves errores, cierta nobleza y lealtad que infunde simpatías, saludamos con respeto al fugitivo guerrillero, diciéndole: «Dios vaya contigo, salvaje».
Mi mujer y yo, con los ojos iluminados por la alegría, nos asomamos al balcon; Luisa estaba en el de enfrente, con la vista clavada en el nuestro. Indudablemente esperaba á que nosotros nos asomásemos, para saludamos. Así fué.
Luego que le di mis excusas, dichas mitad en serio mitad en broma, comenzó a dictar órdenes severas para la obra de mi almuerzo, atronando la casa, y a este punto salió conteniendo la risa la señora condesa que había oído la anterior retahíla. Tiene razón me dijo después que nos saludamos ; el Sr.
Y él respondió: ¿Pues qué otro? ¿No me ve la mella que tengo en los dientes? No tratemos de esto, que parece mal alabarse el hombre. Yendo en estas conversaciones, topamos en un borrico un ermitaño, con una barba tan larga que hacía lodos con ella, macilento y vestido de paño pardo. Saludamos con el Deo gracias acostumbrado y empezó a alabar los trigos y en ellos la misericordia del Señor.
El 7 de marzo todos los pasajeros saludámos con alegría, desde temprano, la faja oscura que indicaba la cercanía del cabo Lizard, en la costa de Inglaterra, que determina con la punta francesa de Brest la ancha embocadura occidental del canal de la Mancha. Por una singular casualidad, el canal estaba tranquilo como un lago, y sus aguas verdes y trasparentes reflejaban un cielo magnífico.
Palabra del Dia
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