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Actualizado: 22 de junio de 2025
¿Y estará allí el ministro? preguntó Perla, ¿y extenderá las dos manos hacia mí, como hizo cuando tú me llevaste á su lado desde el arroyuelo? Sí estará, respondió su madre, pero no te saludará hoy, ni tampoco debes tú saludarle. ¡Qué hombre tan triste y tan raro es el ministro! dijo la niña como si hablara en parte á solas y consigo misma.
Por dos veces había apartado rudamente a uno de los portadores de la camilla, queriendo ayudar a su conducción. El marqués le miró con simpatía. Debía ser alguno de aquellos hombres del campo que estaban acostumbrados a saludarle en los caminos. Sí; una desgrasia grande, muchacho. ¿Y cree usté que morirá, señó marqué?... Eso se teme, a menos que no lo salve un milagro. Está hecho porvo.
Las damas volvieron también sus rostros hacia él con curiosidad y respeto, y Pepa Frías se levantó para saludarle. Hasta el padre Ortega abandonó a su marquesa y se adelantó inclinado, sumiso, dirigiéndole un saludo almibarado, sonriéndole con sus ojos claros al través de los fuertes cristales de miope que gastaba.
Además, ahora que le trato puedo decírtelo, estás en un error suponiendo que es tu enemigo: las pocas veces que ha hablado de ti conmigo lo ha hecho en términos muy lisonjeros. Te considera como el joven más brillante de la nueva generación literaria y se lamenta de que sin motivo alguno hayas dejado de saludarle.
En ella le aguardaba el padre Laguardia, más huesudo y más inquieto que jamás lo había sido. Timoteo no le conocía más que de vista. Después de saludarle rápidamente, el presbítero le preguntó con agitación: Venía a que usted me dijese, si es que lo sabe, dónde vive actualmente su amigo Llot. ¿Mi amigo Llot? O su enemigo. Es igual. Dónde vive es lo que me importa averiguar.
No hay nada que plazca tanto a la naturaleza humana como despreciar. Empezaron a saludarle fríamente, luego a volver la cabeza, después a no contestarle. Cuando entraba en la sacristía, si había allí otros sacerdotes, notaba que se apartaban de él y formaban grupo aparte.
Nadie más que el mozo que tengo á la vera, mi amigo Bartolo. ¡Á ver si hay alguno que le ponga el pie delante en el trabajo ni que se atreva á saludarle el hocico en la romería!... Además la tía Jeroma no le dejará marchar de casa sin su porqué; y como la moza es limpia y honrada, si se tercia también la meterá en casa y los mantendrá á cuerpo de rey...
La dama conoció sus pasos cuando se acercaba a la puerta, y le entró un temblor... luego una vergüenza... ¡Ánimo, mujer! Echó un vistazo en el espejo a su aspecto personal, que era inmejorable, y después de hacerle aguardar un poquito, salió a Embajadores... La emoción debió entorpecerla un poco al saludarle.
Una joven que con justo orgullo se estima á sí misma, había concebido el temor de que sus pretensiones amorosas sólo se dirigían á su fortuna; ha querido cerciorarse de ello, y no le cabe duda alguna. Tengo el honor de saludarle. En seguida, amigo mío, fuí á reunirme con las señoras, que me saltaron al cuello.
Ninguna se consideraba completa si Fuentes no daba al menos una vueltecita por ella. ¡Oh, Fuentes! ¡Oh, Fuentes! gritaron todos viéndole aparecer. Y una porción de manos se extendieron para saludarle.
Palabra del Dia
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