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Actualizado: 22 de julio de 2025


Recordaba ahora que estando paseando, tres meses hace, con un amigo, llegó a saludarle un forastero; y al separarse éste de nosotros, supe que era un primo tercero de la cuñada de un amigo del regente. Pues tenemos cuanto nos hace falta. ¿Para qué, don Celso? Ya lo verá usted.

Había bajado a la calle, cuando advirtió el olvido de los guantes y el pañuelo. Después, cuando entró en la platea, tuvo conciencia tardía de que dos minutos antes, frente a la ancha escalera iluminada, se había cruzado distraído con un grupo de señoras y que una de ellas le había mirado sonriendo, para saludarle. "Bah, no tiene importancia", se dijo.

Le he contado sus aventuras. ¿Quiere usted venir a saludarle? Tengo ahí un caballo de mi asistente. ¿Dónde está el general? En Elizondo. ¿Viene usted? Vamos. Advirtió Martín a su mujer que se marchaba a Elizondo; montaron Briones y Zalacaín a caballo y charlando de muchas cosas llegaron a esta villa, centro del valle del Baztán.

Si así no fuere, todavía me consuela la idea de que alguno habrá que al leer estos pobres renglones aprobará su espíritu y me otorgará su simpatía. A ese lector benévolo, después de saludarle cordialmente, le diré como el sabio Yâjñavalkya á Artabhâga, en el Brâhmana de los cien senderos: «Dame tu mano, amigo; este conocimiento no está hecho más que para nosotros dos». El viajero.

Un antiguo parroquiano del boliche resumía con gravedad filosófica la ineficacia de estos esfuerzos valiéndose de un refrán del país: «Al que nace barrigón, es en balde que lo fajenEl dueño del almacén, al verle entrar, le presentó un vaso de ginebra, y los gauchos de peor catadura se llevaron una mano al sombrero para saludarle, como si fuese su jefe.

El tal coronel, llamado D. Jaime, había salido del cuerpo por un asunto de honor en que el suyo no había quedado bien parado; tuvo algunas palabras con otro oficial de ingenieros, nombráronse los padrinos, y cuando llegó la ocasión de formalizarse el desafío, nuestro D. Jaime se achicó y dio toda clase de satisfacciones; los artilleros se ofendieron mucho con esta conducta, dejaron de saludarle, y el coronel al cabo se vio obligado a pedir la absoluta.

Aturdido por la sorpresa, con los ojos desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracán y se dirigía a él con la fisonomía alterada, mostrando en ella agitación y cólera. ¿Sabe usted lo que pasa, padre? le preguntó sin saludarle. El coadjutor no respondió, interrogando sólo con la vista.

Hoy, en Alicante, cuando Azorín y Sarrió paseaban bajo las palmeras, frente al mar, se ha parado ante ellos un señor moreno y enjuto, de ancha perilla cana. Luego se ha dirigido a Azorín y le ha estrechado la mano con un apretón seco y nervioso. Yo quién es usted le decía y quiero tener el gusto de saludarle. Es usted uno de los hombres del porvenir... Azorín ha querido saber su nombre.

El sábado 20 de Septiembre de 1845, Thiers llegó á Sevilla en la Diligencia, hospedándose en la posada de Europa, establecida en la calle de Gallegos, y como quiera que ya de la visita tenían anuncio las autoridades y algunas personas de significación, acudieron éstas á saludarle á su alojamiento, pero se retiraron de él mohinas y contrariadas, cuando los de la posada les hicieron presente que el viajero se había retirado á su habitación, dando orden terminante de que á nadie en absoluto recibiría.

Al pasar el gaucho junto á él, se llevó una mano al sombrero para saludarle, espoleando luego su cabalgadura. Don Carlos, después de breve indecisión, salió también al galope, hasta que puso su caballo delante del de Manos Duras, cortándole el paso y obligándole á detenerse. ¿Con licencia de quién atravesás vos mi campo? preguntó con voz temblona y aflautada por la cólera.

Palabra del Dia

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