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Actualizado: 17 de noviembre de 2025


Tal es la leyenda conocida respecto del Blutfeld; y ciertamente, cuando se contempla aquel desfiladero, encajonado entre montañas como una enorme cisterna, sin más salida que un estrecho sendero, se comprende que los germanos no debían hallarse allí muy a gusto. Robin llegó al puerto entre las siete y las ocho, a la salida de la Luna.

Se os ha seguido, se sabe dónde ha ido ese hidalgo... lo que ha hecho... Tenía un duelo concertado... Hace como una hora ha salido bien del duelo. En cuanto á , tengo seguridad de que esta noche vendrá á palacio, y á la salida... cuando salga solo... ¿Y qué seguridad tenéis de que ese caballero vendrá á palacio?

Entre tanto, Montiño decía, asiéndose al brazo del bufón: Vamos á donde vos queráis le dijo ; afortunadamente entre tanta desgracia la vianda del rey está lista, no falta nada y... no me despedirán... tendrán lástima de ... ¡Infeliz! murmuró enteramente desarmado el tío Manolillo. Y entrambos, en silencio, se encaminaron á la salida del alcázar. El tío Manolillo había aceptado la situación.

Un ferrocarril especial ha sido destinado al servicio, y el tránsito desde la estacion de London-Brídge hasta el palacio mismo se hace con suma comodidad en poco menos de media hora. El panorama que se extiende á la salida de Lóndres, hácia el sud-este, es por lo ménos tan interesante como el del sud-oeste, por la via de Southampton.

A la salida, Sánchez Morueta sólo osaba poner el pie en la calle cuando tenía su carruaje cerca y podía escapar, ante la mirada atónita de los solicitantes que esperaban horas y más horas.

En aquel instante se abrió una puerta que daba al descanso en que se había parado Stein y dio salida a un rumor de vasos, de cantos y de risas: una criada que salía de adentro sacando botellas vacías, se hizo atrás, para dejar pasar a Stein, cuyo aspecto y traje le inspiraron respeto. Pasad adelante le dijo ; aunque venís tarde, porque ya han cenado y siguió su camino.

Si era absolutamente preciso resignarse a un buen matrimonio, y no veía otra salida, ¿por qué no ella mejor que una pécora cualquiera que hiciese sonar demasiado su dinero y que, al menos, le tratase de igual a igual siendo su señor y dueño? Blanca, la pobre, se estimaría muy feliz siendo su humilde servidora. Porque no había duda, ya le adoraba como hermano. ¿Qué iba a ser ahora?...

Aguijoneado su amor propio por la frasecita ésta, y no hallando otra salida, se le metió en la cabeza aquello del rapto: una carta, un coche en la esquina, y andando; su casa sería el asilo, su hermana la guardadora y aquí paz y después gloria. Ante razones de tal calibre, tenía el viejo que ceder o reventar.

¡Cuántas veces por causas pequeñísimas se han malogrado los mejores cálculos! ¡Cuántas ha conducido al desastre la excesiva confianza! En ese mismo canal de la Cántara, mejor dicho de Alcántara, callejón sin salida, sorprendió el viejo Andrea Doria á la escuadrilla de Dragut después de la toma de África.

En una ocasión, dando los de Peleches unas vueltas, de pura cortesía, en la Glorieta a la salida de misa mayor, observó Nieves algo de extraño en el continente de las villavejanas; algo como forzado que las desfiguraba a todas de la misma manera y por un mismo patrón, si pudiera decirse así.

Palabra del Dia

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