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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Escuchó impasible los deseos de la madre Shipton de sacar el corazón a alguien, las repetidas afirmaciones de la Duquesa de que se moriría en el camino, y también las alarmantes blasfemias que al tío Billy parecían arrancarle las sacudidas de su cabalgadura.

Retumbaban sin cesar los truenos entre los silbidos del viento y los mugidos de las olas. La chalupa, verdadera cáscara de nuez, perdida en aquel golfo, más vasto que algunos mares, sufría espantosas sacudidas.

Los músculos lumbares, los del dorso y de la nuca son el sitio de sacudidas espasmódicas, de dolores generalmente dislacerantes y de sensaciones de presion, de cansancio, de debilidad, de rigidez. Estos síntomas son bastante numerosos y variados para simular una afeccion de la médula espinal.

La luz y los ruidos llegan por sacudidas, y las esquilas de los rebaños, oídas repentinamente y olvidadas después, perdiéndose entre el viento, suenan de nuevo bajo la puerta desencajada, con el hechizo de un estribillo de canción... La hora exquisita es el crepúsculo, un poco antes del regreso de los cazadores. Entonces el viento está tranquilo. Salgo un instante.

En las mil alternativas y vicisitudes de mi vida, bajé, subí, caí y levanteme; creí tocar con mis manos fatigadas el fondo de aquel mar de la borrascosa desventura, donde transcurrió mi niñez, y fuerzas ignoradas me sacaron de nuevo a la superficie; luché y padecí, deseé la muerte y amé la vida; grandes vaivenes y sacudidas experimenté; pero cuando subía, y bajaba, y luchaba, y vivía, y moría, jamás dejé de percibir aquella luz, encendida ante la desgracia, lejana estrella a quien consideraba como expresión de lo divino y sobrenatural que hay en la existencia.

Los dolores de la belladona están acompañados ordinariamente de un elemento espasmódico; de contracciones, estremecimientos, sacudidas, pinchazos; se agravan hácia el fin del dia y por la noche; el contacto y el movimiento les agravan tambien por lo que tienen de congestivo.

Todas aquellas revelaciones y todas aquellas sacudidas se habían sucedido tan rápidamente, que Elena no había tenido aún tiempo para advertir su presencia.

Pero ella no podía contestar, sofocada por el llanto, hasta que por fin, con las palabras sacudidas por un hipo doloroso, comenzó a hablar, abatida, inerte, ocultando en un hombro de su amante su rostro bañado en lágrimas. No podía más; el martirio resultaba abrumador, le era imposible fingir por más tiempo. Conocía como él lo que hablaban en la ciudad de aquellas entrevistas.

Que lo último ocurriera no era raro por ser incumbencia de los pajes, muchachos de pocos años, la vela, y cuando no se dejaban vencer del sueño, buenas sacudidas daban al instrumento porque la arena corriera y se acabara más presto su guardia. Cantaban al punto un estribillo de que Eugenio de Salazar nos ha conservado memoria, y se picaba la hora en la campana .

En uno de los extremos asomaba entre almohadas una cabeza reclinada con abandono. Era un semblante desencajado y anémico. Dormía. Su sueño era un letargo inquieto que se interrumpía a cada instante con violentas sacudidas y terrores. Sin embargo, parecía estar más sosegada cuando al medio día volvió a entrar en la pieza el padre de Florentina, acompañado de Teodoro Golfín.

Palabra del Dia

mármor

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