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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Esta avenida se encontraba limitada en sus dos extremidades por muros muy elevados contra uno de los cuales habíase puesto un blanco, y en frente, al otro lado, un asiento rústico; era nuestra alameda, en fin, un lugar particularmente retirado y solitario que hacía las delicias de la mujer del pintor.

Y, apenas dijo esto, cuando, levantándose en pie el gobernador, asió de la silla en que estaba sentado y dijo: ¡Voto a tal, don patán rústico y mal mirado, que si no os apartáis y ascondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza!

«¡Si me viese miss Mary! pensó . Tal vez me comparase a un Sigfrido rústico yendo a matar el dragón que guarda el tesoro de Ibiza... ¡Si me viesen otras mujeres que he conocido, y todo lo encontraban ridículo!...» Pero su amor se sobrepuso inmediatamente a tales recuerdos. ¡Si le viesen! ¿y qué?... Margalida valía más que las hembras que él había conocido antes: era la primera, la única.

Hoy día, los jardines de aquella mansión no están separados del rústico cementerio más que por una cerca de bosques y avellanos y por algunos viejos nogales, cuyas nueces, a merced de los pastores, como de todo el mundo, caen sobre las tumbas de los muertos.

Por indicación del seminarista, muy versado en estos asuntos, bajaron al lagar de don Pedro, situado en el fondo del valle, a unos trescientos pasos del pueblo. Era un edificio rústico, que por un lado miraba a la pomarada y por otro a un vasto campo de regadío, en el cual, por ser el único sitio llano y despejado que había cerca, celebrábase la romería, con permiso de su propietario.

Seguía el altar, en el que ardían cuatro hermosos cirios sobre candeleros de madera, y en el fondo estaba el Nacimiento, es decir, un portalito rústico, con las imágenes, bastante bellas, de San José, de la Virgen y del Niño Jesús, con sus indispensables mula y toro, y pequeños corderos; todo rodeado de piedras llenas de musgo, de ramas de pino, de encina, de parásitas muy vistosas, de heno y de escarcha, que es, como se sabe, el adorno obligado de todo altar de Nochebuena.

Cuando le sirvieron el vino, el rústico artista dijo cortésmente: «¡A la salud del señor abade y la compaña!» y, después de echárselo al coleto, aún murmuró con mucha política, pasándose el revés de la mano por la boca: «De hoy en veinte años, señor abade». Las libaciones consecutivas no fueron acompañadas de más fórmulas de atención.

Miguel Fedor tenía con él las mayores atenciones, como si fuese el único invitado. Toledo, conocedor de todos los amigos de la casa, no logró dar un nombre á este cosaco rústico que parecía llegar de una guarnición remota de Siberia.

La alegría de Alicia ante la tarde esplendorosa, su entusiasmo al verse en este jardín rústico frente al mar, lejos de ciertas gentes sin las cuales no creía antes tolerable la existencia, lejos del juego, que era el único remedio para el vacío de su vida, todo esto halagaba al príncipe, como un descubrimiento de acuerdo con sus gustos.

Y por si tanta honra pareciese escasa al lector, quiero que sepa que también regias plantas de dos dinastías se han deslizado sobre el polvo de aquel rústico pavimento. ¿Á qué decir más en abono de sus timbres de nobleza? De su crédito en la plaza, pregúntese á Romea, Teodora Lamadrid, Arjona, la Ristori y otras celebridades escénicas.

Palabra del Dia

creolina

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