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Actualizado: 13 de julio de 2025
Las escenas inmediatas son en Ferrara; forman episodios, y nos muestran á Roselo, que, por vengarse de Julia, hace la corte á otra dama, pero demostrando claramente que su corazón siempre se inclina á su primer amor.
Por Anselmo sabe la nueva de que Julia se ha envenenado; se convence así de la fidelidad de su amada, y prorrumpe en desesperadoras lamentaciones; Anselmo lo consuela, sin embargo, diciéndole que el supuesto veneno, según asegura Aurelio, ha sido sólo una bebida soporífera, y que Roselo encontrará viva á su esposa en la bóveda en que se entierran los muertos.
Esta, Roselo, Anselmo y el criado se disfrazan de labradores, para aprovechar la primera ocasión de alejarse que se les presente. Antonio llega al castillo en compañía de otros Castelvines, para solemnizar sus bodas con Dorotea. Su venida obliga á los disfrazados á ocultarse.
Octavio se enfurece al oirlo; se lanza contra Roselo, y éste, viéndose forzado á defenderse, lo derriba á sus pies sin vida. Aparece entonces en el teatro de la lucha el príncipe de Verona, atraído por el choque de las espadas; ordena á los combatientes que desistan de su contienda, y destierra á Roselo de la ciudad por largo tiempo.
Preséntase Antonio, y anuncia á su hija que la obligará á obedecer sus órdenes. Julia queda dudosa; acude entonces Celia, y trae un frasco, que le ha entregado Aurelio, conocedor de todos los secretos de la naturaleza; Julia, para salvarse, ha de beber todo el líquido que contiene. Apúralo la desdichada; siente en seguida los efectos del veneno, y cae en tierra pronunciando el nombre de Roselo.
Aparece entonces Julia, y cuenta que Roselo la ha librado de las garras de la muerte, por cuya razón es aprobado por todos el enlace de los dos amantes, que sella la reconciliación de los Monteses y Castelvines.
Parécenos interesante exponer la serie de sus escenas, para compararlo con la célebre tragedia inglesa. Jornada primera. Se oye á lo lejos la música de esta fiesta; Roselo desea vivamente asistir á ella; su amigo intenta disuadirlo de esta locura, porque los Castelvines son implacables enemigos de los Monteses; pero al fin acuerdan enmascararse y entrar así con los invitados.
Roselo se acerca á Julia mientras tanto; ella exclama: Si el Amor se disfrazara Para dar envidia á Febo, Pienso que de este mancebo El talle y rostro buscara; Y yo pienso que Amor es, Que, para quitar la paz, Viene con este disfraz. Roselo, por otra parte, prorrumpe en las palabras siguientes: ¡Ay, cielos! ¿Que fuí Montés? ¡No fuera yo Castelvín! ¿Tanto le costaba al cielo?
Este encuentra al Conde en compañía de Roselo, que, atacado por los Castelvines delante de la ciudad, debe su salvación al conde París, que lo acompaña hacia Ferrara.
Sólo te pido que me honres, Y que en paz y amistad quedes Con el que fué mi marido, Y que su muerte no intentes; Que si lo haces, te juro Que los días que vivieres, Con el fuego que me abrasa, Cada noche te atormente. Pero di, ¿quién es el hombre? El que á Octavio dió la muerte, El hijo del que sustenta Tus enemigos Monteses. Roselo, padre, se llama.
Palabra del Dia
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