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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Un joven... muy buen mozo... vestido con un traje gris muy elegante, se mira las manos asombrado. Acaba de romper un lirio, que ha caído a sus pies, y le han quedado las manos manchadas de sangre. ¿Qué le parece, Pedro, de mi cuadro? Un éxito seguro. Yo conocí en París a un pintor de México, un Manuel Ocaranza, que hacía cosas como esas.
Recibí el recado y con él doce pañizuelos, y respondí a su madre, que los inviaba a algún hombre de aquel nombre. Pídeme ahora la mitad. Yo antes me haré pedazos otra vez que tal dé. Todos los han de romper mis narices. Juzgóse la causa en su favor.
9 Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino éste aquí para habitar como un extraño, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper las puertas. 10 Entonces los varones extendieron su mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron las puertas.
Mi tía lanzó una imprecación, que no dejaré repetir a mi pluma. Al fin y al cabo proseguí con calma, usted tiene naturalmente el gusto de una mujer del pueblo, mientras que yo, yo... Pero quedé boquiabierta a mitad de la frase; mi tía acababa de romper un plato con el mango de su cuchillo.
Como usted me corresponda, sí. ¿Y si se lo digo á la rubia? No tengo el gusto de conocerla más que de vista. De todos modos, no me gusta usté. Gracias por la franqueza. Tiene usté mala opinión de las mujeres. Si todas me tratan como usted, no me faltan motivos. Ya me hizo usté romper una abuja.... No importa, yo la regalaré á usted un paquete. Es que á este paso no acabo la camisa en ocho días.
Tú no me sirves... con tus guasitas de mal gusto. ¡Ni qué tendrá que ver...! ¡Pues no ha de tener que ver! dijo Moreno Rubio poniéndose serio y guardando su instrumento . No sé qué te figuras tú. ¿Quieres romper de un golpe la armonía del mundo espiritual con el mundo físico? Ya lo sabes; te lo he dicho mil veces. No necesito auscultarle más.
Me parece que aún añadió dos o tres palabras que no entendí; luego se alejó dulcemente como una visión que se desvanece y no la volví a ver, ni aquella noche, ni al siguiente día, ni nunca más. Partí al romper el día sin ver a nadie. Evité atravesar París y me hice llevar directamente a la casa que en un extremo suburbio habitaba Agustín. Era domingo y le hallé con su familia.
Lo que ustedes hacen ahora nunca lo agradeceré yo bastante. Pero lo principal ya se ha logrado; la libertad del pensamiento vuelve a brillar en el Casino.... Mi aspiración se ha realizado. Ahora, por lo que a mí toca, señores, debo declarar que no puedo romper un voto solemne, un juramento... y no iré con ustedes, aunque bien quisiera.
¿Cómo que no iréis? ¿Ignoráis que sobre vuestra cabeza pende un proceso de asesinato? El duque de Lerma ha mandado romper ese proceso. ¡Ah, el duque de Lerma!... Pues bien, el duque de Lerma os mandará prender de nuevo cuando se lo mande yo. ¡En cuanto vos se lo mandéis! ¡Bah! vos sois algo fanfarrón, tío Manolillo.
Este bajó los ojos al suelo en demanda, sin duda, de inspiración, se atusó el bigote, tosió ligeramente y al fin dijo con acento solemne: Tía, no sé si es que Dios me ha tocado en el corazón o es que me voy cansando de la vida que llevo; pero es lo cierto que de poco tiempo a esta parte me acuerdo mucho de los consejos que me ha dado muchas veces, que ando con deseos de formalizar, de romper con estos hábitos poco dignos que la falta de un padre y, sobre todo, de una madre como usted me han hecho adquirir.
Palabra del Dia
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