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La dulce Hija, postrándose de hinojos, dice a la Madre, a tiempo que sus ojos leve cendal de lágrimas empaña: Dios ha dispuesto el término del plazo y ya es la hora de romper el lazo que nos unió tres siglos, ¡Madre España! ¡Madre, , madre!

Inés se incorporó, y sosteniéndose en el brazo del sofá, repitió, helada: Como quieras. Era una despedida. Yo iba a romper, y se me adelantaban. El amor propio, el vil amor propio tocado a vivo, me hizo responder: Perfectamente... Me voy. Que seas más feliz... otra vez. No comprendió, y me miró con extrañeza.

Fuera por haberme echado la cuenta del perdido, o porque hubiera realmente causa racional para ello, es lo cierto que llegué a tener gran confianza en la imperturbable serenidad de Chisco, y que no fui el último en romper a andar hacia la peña cuando éste dio la orden en estas palabras solemnes, después de santiguarse: ¡A la mano de Dios!

Así es como ella, dice un poeta contemporáneo, procuraba acercarse a Dios y romper las ligaduras de la cárcel de su carne como valerosa guerrera del amor del Señor...» Basta, no leas más: ¿qué te parece? Ya he leído muchas veces esto mismo.

Hice algunos esfuerzos vigorosos para romper el encanto; pero el pestillo enorme de la antigua cerradura estaba sólidamente asegurado en el granito y tuve que renunciar á desprenderlo. Volví entonces mis ataques contra la puerta misma; pero los goznes macizos y los tableros de encina chapeados de hierro, opusiéronme la resistencia más invencible.

Al romper el alba habían salido del lugar, no todos los hombres que se brindaron a ello, porque hubieran sido demasiados, sino los que se escogieron por más a propósito por su robustez y por su experiencia: cosa de una docena de ellos en junto.

El que se ha llamado su primer estilo es ya el propio de un maestro en vía de formación que indaga y analiza hasta la quinta-esencia de lo que mira, apurando, concluyendo mucho en la ejecución aun a riesgo de parecer duro: ya tiene conciencia de lo que hace, pero esta todavía en lucha con la influencia de lo que le rodea y los modos de expresión que en torno suyo se emplean: ni la edad, ni la disciplina de discípulo, ni la falta de experiencia, le permiten romper con lo que en su escuela se considera más acertado: entonces su pintura se asemeja a la de Zurbarán y otros que tuvo por compañeros.

No lo estuvo mucho tiempo, sin embargo, porque el demagogo Marroquín comenzó a romper con desusada frecuencia los botones de la levita y el pantalón, y con la misma frecuencia a subir a su morada buscando remedio para tales desperfectos.

Vímonos en tanta priesa, que a aínas me acabaran de romper un pobre y viejo sayo que traía, de manera que certifico a V.M. que en poco más de una hora no quedó bula en las alforjas, y fue necesario ir a la posada por más.

El carnicero, hombre alegre, sonriente, de cabellos rojos, no era capaz de responder inconsiderablemente. Lanzó algunas bocanadas antes de escupir y dijo: No se engañarían en mucho, Juan. Después de esta débil e ilusoria tentativa de romper el hielo, el silencio volvió a ser tan riguroso como antes.