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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Donde quiera se multiplican los mas románticos grupos de colinas, faldas arrugadas, ramblas hondísimas y cavernosas y empinados peñascos, en medio de los cuales, al estruendo de numerosas cascadas, á la sombra de bosques vírgenes de abetos y en el fondo de lindas praderas en miniatura, demoran algunas pobres aldeas en las mas pintorescas situaciones.
Así es que a semejanza de los socios de un club madrileño, hablaban a gritos en su palco, conversaban con los cómicos a veces, decían galanterías o desvergüenzas a coristas y bailarinas, y se burlaban de los grandes ideales románticos que pasaban por la escena, mal vestidos, pero llenos de poesía.
Seguro estaba Bonis de que era aquel vivir suyo un rodar al abismo; que no podía parar en bien todo aquello era claro; pero ya... preso por uno... y además, en los libros románticos, a que era más aficionado cada día, había aprendido que a «bragas enjutas no se pescan truchas»; que un hombre de grandes pasiones, como él estaba siendo sin duda, y metido en aventuras extraordinarias, tenía que parar en el infierno, o, por lo menos, en las garras de su mujer y en un corte de cuentas de D. Juan Nepomuceno.
Los demás ex románticos, entre toses y largos intervalos de silencio que parecían parte del ceremonial de un rito misterioso, soñoliento, hablaban en la semioscuridad gris, fuera del mostrador, y repasaban sus comunes recuerdos. ¿Quién vivía en aquella plaza que tenían delante, el año cuarenta?
De Pas ya no era el mismo que sentía remordimientos románticos aquella noche de luna al ver a don Santos arrastrar su degradación y su miseria por el arroyo; ahora no era más que un egoísta, no vivía más que para su pasión; lo que podría turbarle en el deliquio sin nombre que gozaba en presencia de Ana, eso aborrecía; lo que pudiera traer una solución al terrible conflicto, cada vez más terrible, de los sentidos enfrenados y de la eternidad pura de su pasión, eso amaba.
Son posteriores, en la fecha, á las mencionadas, y en la última, cuyo asunto proviene de las guerras civiles de Granada, se notan ciertos rasgos románticos, de los cuales no pudo prescindir el poeta recordando su bella ciudad natal.
Adviértase que he escogido de intento el testimonio de uno de los románticos más intransigentes, para que se vea cómo no existe y debe tenerse por un fantasma, creado por las necesidades de la polémica, ese idealismo enemigo de la verdad humana, del cual triunfan tan fácilmente los críticos naturalistas, como triunfaba el ingenioso hidalgo de los cueros que encontró en la venta.
Su frente era como un jazmín harto de aurora, Con mucho de románticos amores soñadora Y mucho de los rayos de luna. Dulcemente. Señor: Pues esta niña estaba abandonada Por el rajhá, ocupado en combates sin fin, Y como ya muriera su madre, infortunada, Ahora buscaba amor y aroma en el jardín.
Los escritores franceses, que tienen el buen talento de equivocar todo, y de juzgar ligeramente, han descrito las prisiones con negros y románticos colores: yo las he visitado, están en el mismo estado que cuando las construyeron: no son alegres como no lo es calabozo alguno, pero nada tienen de lúgubres; el Gran Canal está delante, por el lado las baña otro canal, algunos morian ahogados con solo abrir la puerta de su calabozo, eran rarísimos.
Tenía en el porvenir la confianza de todos los hombres de acción seguros de su energía; la generosidad derrochadora de los que conquistan el dinero desafiando a las leyes y a los hombres; la largueza desenfadada de los bandidos románticos, de los antiguos negreros, de los contrabandistas; de todos los pródigos de su vida que, acostumbrados a afrontar el peligro, consideran sin valor lo que ganan sorteando a la muerte.
Palabra del Dia
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