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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Había olvidado este pasado, y al caer, me aturdía con su peso sonoro, vibrante de recuerdos. «¡Pobre hombre!... ¡En qué mundo de compromisos y enredos voy á meterle!... ¡No! ¡no!» Y huía de ti con astucias de colegiala traviesa, saliendo del hotel cuando te habías alejado por unos momentos, doblando otras veces una esquina en el preciso instante que ibas á volver los ojos... Sólo me dejaba abordar, fría é irónica, cuando no me era posible librarme de tu encuentro; y después, en casa de la doctora, hablaba de ti á cada instante, riendo con ella de estos galanteos románticos.

Muerto Lope, su obra quedó un tanto oscurecida por la de Calderón, su continuador famosísimo, y fué cada vez más olvidada en el creciente mal gusto que se extendía según iba avanzando el siglo XVII. En el XVIII, corrió la suerte de todo el teatro español, y sólo a principios del XIX renació su fama con la reivindicación general de nuestro teatro por los escritores románticos, alemanes principalmente.

El espíritu de don Quintín se llenó de sombras: parecía que en su pensamiento se habían juntado el furor de los héroes clásicos, la melancolía de los galanes románticos y el escepticismo de los protagonistas de drama moderno, todo lo cual, el pobre hombre, instintivamente, resumía en aquella horrible frase de su querida: «Sin bolsa llena, ni rubia ni morenaDicho lo cual se fue.

Vi primero el pueblo de Badillo, miserable como casi todos los de las orillas del bajo Magdalena; despues el caserío lamentable de Las-Pailas, donde el sol devora y las serpientes abundan como las hormigas; mas abajo la Bodega del vecino distrito de Puerto-nacional, el sitio mas ardiente de todo el Magdalena, y por último, para completar el cuadro del dia, la aldea de Regidor, donde nos esperaba una singular escena de costumbres nacionales y de contrastes en extremo románticos.

Veíanse trajes caprichosos y románticos, que no admitían clasificación; uno de noche estrellada, otro de tulipán, otro de paloma viajera con una cartita al cuello. Los hombres en general no llevaban disfraz: vestían la larga y desairada levita, que sólo salía a relucir en ocasiones como ésta.

Como observa el señor Menéndez Pidal en el dicho libro, es curioso que mientras Juan de la Cueva, convencido definidor del teatro nuevo, no tenía fuerza ni habilidad para imponerlo, Lope, de ideas más bien clásicas, fuera quien con su genio creador fundara uno de los dos más grandes teatros románticos de la humanidad.

Tampoco presidió más favorable estrella á los poemas románticos españoles, por el estilo de los de Ariosto y Boyardo, que retrataban la vida caballeresca con sus aventuras imaginarias, ó, por lo menos, no puede compararse ninguno con sus modelos italianos.

Sobre este puente se cuentan muchas extrañas historias del diablo, asegurándose que fue él en persona quien lo construyó, con la condición de tomar para el primer ser viviente que pasase por él, y que fue un perro. En realidad añadí, el paraje es uno de los más agrestes y románticos de toda la campiña toscana.

Yo le brindo la idea de escribir acerca de Poe ocultista al espíritu que más sabe de esto y de otras muchas cosas: a Mario Roso de Luna. He conocido muchos poetas borrachos, que pudiéramos llamar borrachos románticos. En su labor literaria no existe jamás la terrible visión de Poe, ni su armonía matemática. Fueron y son viciosos del alcohol, sin que su vicio favorito influya en su obra.

Los punteados románticos del arpa tuvieron la virtud de crispar los nervios de Rosalindo, agriándole la bebida que llevaba en el cuerpo.

Palabra del Dia

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