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Actualizado: 1 de junio de 2025


Hace una hora se ha encontrado abierto el cuarto de vuesa merced y robado. ¡Robado! Y aquel robado, no fué un grito, sino un aullido, ni un aullido tampoco, porque no hay en ninguno de los sonidos que representan el dolor, el terror, la muerte, el fin de todo, la agonía, cuanto puede sentir y sufrir un ser humano, nada comparable al grito del cocinero mayor.

Luego, inerte al lado de aquella mujer que ya había conocido el amor antes que él llegara, subió de lo más recóndito del alma de Nébel, el santo orgullo de su adolescencia de no haber tocado jamás, de no haber robado ni un beso siquiera, a la criatura que lo miraba con radiante candor.

Nada de eso; como don Rodrigo es tan audaz, tan miserable, tan malvado, había corrompido á una criada de doña Clara, y ésta había robado á su señora una prenda muy conocida y la había entregado á Calderón. Este, prevalido de la prenda con que había querido obligar á doña Clara, se había introducido en su aposento.

»Una odiosa conspiración ha robado a Francia uno de sus oficiales más honorables y más experimentados: a usted, señora, un marido, del cual todos habíamos podido apreciar la bondad y la dulzura; a nosotros un jefe, o mejor dicho, un compañero, que tenía a honor descargarnos del peso del servicio, reservándose la parte más pesada.

El montón de ramas con que la tapamos debía estar aquí, y no lo veo. ¿Será posible? exclamó Van-Stael palideciendo. Adelantóse; examinó con gran atención el lugar en que se encontraban, entreabriendo las malezas, y acabó lanzando una exclamación de ira. ¡Infames! ¿La han robado? preguntaron acercándose Hans, Cornelio y Van-Horn.

Pero en una u otro las muchachas renovaron el lujo detonante de sus trapos, anidáronse la cabeza de peinetones, ahorcáronse de cintas robado todo con perfecta sangre fría al hidalgo alcohol de su compañero, pues lo único que el mensú realmente posee, es un desprendimiento brutal de su dinero.

¡Oh! ¡no! ¡es mi hija! ¡no me robes mi hija, ya que me has robado mis padres! dijo la mujer sollozando. Tras estas palabras una lucha corta pero breve, acompañada del llanto de una criatura; la lucha de un fuerte y de un débil; luego la voz de la mujer que gritaba: ¡Mi hija, la hija de mis entrañas! ¡dame mi hija!

Al mismo tiempo llevó la mano al bolsillo en busca de la cartera. Su semblante, que sonreía con la expresión triunfal del que lleva en el bolsillo la llave de todos los goces de este mundo, se contrajo de pronto. Una nube de inquietud pasó súbito por él. Buscó con afán. La cartera no estaba en aquel sitio. Pasó a los demás bolsillos. Lo mismo. ¡F....! ¡me han robado la cartera!

En fin, fui devuelta a aquella que me había dado la vida y la hice presente de la ternura que otra la había robado, pero sin olvidar tampoco mi reconocimiento para aquella al lado de la cual había crecido. Yo era muy dichosa; ¡pero aquello duró tan poco!... »Mi padre había concebido un proyecto digno de un alma tan noble, y mi madre lo había aprobado.

Tan de fijo, como yo creo que no es barón repuso el general. Es una picardía continuó la marquesa, irritada dar lugar nosotros mismos a que se crean y repitan tales desatinos. La cruz fue erigida en aquel sitio por un milagro que hizo allí Nuestro Señor; porque en aquellos tiempos, como había fe, había milagros. Unos ladrones habían penetrado en la Cartuja y robado los tesoros de la iglesia.

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