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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Pero esta marcha en tales circunstancias era más difícil de lo que cualquiera puede imaginarse. La gente se apiñaba a ver los fuegos y permanecía inmóvil, formando una espesa muralla. Nuestro jorobado la atravesó con arte diabólico, retorciéndose como una lagartija para pasar por los agujeros más estrechos. Después de un buen rato logró colocarse detrás de la simpática jamona.
Los cómicos le dejaron ir, pero miraron a Mochi como preguntándole algo que él debía adivinar. Mochi, risueño, tranquilo, retorciéndose el afilado bigote, adivinó en efecto, y dijo: ¡Oh, señores, no hay cuidado! Palabra de rey; aquí le conocen y saben que no hay dinero más seguro que el del Sr. Reyes. Si no ha pagado ahora mismo, habrá sido por olvido... o por no ofendernos.
Era de ver cómo se divertía con él y con Castro Pérez el amigo Porras. Los viejos se instalaban en los «butaques». Quintín permanecía de pie, moviéndose de aquí para allá, atusándose la barba o retorciéndose el bigote con beatífica dulzura. Solía poner a discusión un punto teológico o una cuestión de Derecho; a veces refería un cuento carminado.
Sí, muy hermosa y muy joven dijo el sargento mayor apretando el gesto y retorciéndose los mostachos. ¿Y á qué traes tú esa mujer á mi casa? ¿Qué? ¿tendrás celos? Pudiera tenerlos. Pues bien, no los tengas, porque esa muchacha es mi hija. ¡Tu hija!
Otro se precipita por una fisura negra y no se distingue desde fuera más que por centelleos indistintos; otro aun se lanza por aquí y allá retorciéndose como una serpiente de círculos alternativamente negros y plateados. A través de las rocas, los arbustos y las hierbas, todos los arroyuelillos, después de un momento en reposo, se juntan nuevamente como una porción de niños al grito de la madre.
Acababan de arrojar sobre él uno de aquellos cables de platino de los cuales no podía defenderse. Pero echó atrás la cabeza, y el brillante hilo pasó sin tocarle, retorciéndose y doblando su extremo hacia arriba, como una serpiente furiosa.
Algunas también, para dar ejemplo de humildad, caminando sobre las propias piernas. Pablo se acercó a su familia, retorciéndose de risa. ¿Qué te ha pasado? le pregunta doña Paula, sonriendo también. Hemos seguido a Periquito a la cazuela y le encontramos mano a mano con Ramona dijo el joven, acercando la boca al oído de su hermana Ventura. ¿Sí?... ¿Qué le decía? preguntó ésta con gran curiosidad.
Enrojecióse la espuma de las olas y la costa pareció por unos instantes de lava en ebullición. Al resplandor de esta luz de tempestad, Jaime contempló a sus pies el vaivén de las aguas lanzando sus chorros rugientes en las oquedades de la roca, bramando y retorciéndose con espumarajos de cólera en las tortuosas callejuelas de los escollos.
Al día siguiente, encerrado con el general en uno de los dos kioscos del jardín, le conté mi lamentable historia y los motivos fabulosos que me impulsaron a venir a Pekín. El héroe me escuchaba silencioso, retorciéndose sombríamente su espeso bigote de cosaco. ¿Sabe usted el idioma chino? me preguntó de repente, clavando en mí sus pupilas sagaces.
Dio un brinco y se plantó sobre la baranda del corredor; ascendió luego fácilmente por el grueso sarmiento de la parra que se enlazaba retorciéndose a las columnas de madera que sostenían el tejadillo, encaramose sobre éste y echando una mirada recelosa en torno y otra de ávido anhelo a la ventana del palomar, sacó la lengua y se relamió repetidas veces con repugnante ausencia de sentido moral.
Palabra del Dia
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