Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de mayo de 2025


En esta partición reservó D. Acisclo para doña Luz los pocos libros que el fraile poseía. No ignoraba D. Acisclo que el padre estaba escribiendo una obra y hasta pensó en que podría él darla a la estampa, aunque hubiese quedado incompleta.

He dicho que este raciocinio parece tener toda la fuerza de una demostracion; sin embargo, no deja de estar sujeto á graves dificultades; pero como estas no se pueden entender sin haber analizado profundamente la idea del espacio, me reservo manifestar mi opinion, para cuando trate este punto en los capítulos siguientes.

Dos preocupaciones cayeron después sobre el ánimo encogido de Bonifacio: la una era una gran tristeza, la otra una molestia constante. Del mal parto de su mujer nacían ambas. La tristeza consistía en el desencanto de no tener un hijo; la molestia perpetua, invasora, dominante, provenía de los achaques de su mujer. Emma había perdido el estómago, y Bonifacio la tranquilidad, su musa. El carácter caprichoso, versátil de la hija de D. Diego, adquirió determinadas líneas, una fijeza de elementos que hasta entonces en vano se pretendía buscar en él; ya no fue mudable aquel ánimo, no iba y venía aquella voluntad avasalladora, pero insegura, de cien en cien propósitos. Emma, con una seriedad extraña en ella, se decidió a ser de por vida una mujer insoportable, el tormento de su marido. Si para el mundo entero fue en adelante seca, huraña, la flor de sus enojos la reservó para la intimidad de la alcoba. Molestaba a su esposo como quien cumple una sentencia de lo Alto. En aquella persecución incesante había algo del celo religioso. Todo lo que le sucedía a ella, aquel perder las carnes y la esbeltez, aquellas arrugas, aquel abultar de los pómulos que la horrorizaba haciéndola pensar en la calavera que llevaba debajo del pellejo pálido y empañado, aquel desgano tenaz, aquellos insomnios, aquellos mareos, aquellas irregularidades aterradoras de los fenómenos periódicos de su sexo, eran otros tantos crímenes que debían atormentar con feroces remordimientos la conciencia del mísero Bonifacio. «¿No lo comprendía él así?». No. Su imaginación no llegaba tan lejos como quería su mujer.

Raúl se reservó la misión ardua y delicada de arrancar el consentimiento de la principal interesada, pero la cosa fue más fácil de lo que se suponía.

ELECTRA. En algunas cosas, que me reservo, soy tenaz hasta la barbarie, y creo que, llegado el caso, lo sería hasta el martirio. MÁXIMO. ¿Qué cosas son esas? ELECTRA. A ti no te importan. Mejor... En seguidita me pesas setenta gramos de cobre. ELECTRA. El cobre serás ... No, no, que es muy feo. MÁXIMO. Pero muy útil. ELECTRA. No, no: compárate con el oro, que es el que vale más.

El arzobispo de Bari, Bartolomé de Prignano, elegido irregular y violentamente para suceder en la silla pontifical á Gregorio XI, con el nombre de Urbano VI, á 9 de abril de 1378, sabiendo que la iglesia cordubense se hallaba vacante, se reservó la eleccion de prelado, prohibiendo que el cabildo lo eligiese.

De toda esa interesante region, donde se encuentran las grandes minas de carbon y hierro, muy graciosas y complicadas montañas, y las activas ciudades de Charleroi, Namur, Huy y Lieja, solo pudimos visitar la última, que es la metrópoli del Meusa central, y uno de los mas opulentos centros de actividad industrial en Bélgica. Reservo lo demas para mas tarde.

Si su infamia ha sido tal como la sospecha Tragomer, me reservo el derecho de juzgarle y de castigarle. Tragomer bajó la cabeza. Es justo, dijo, y nada tengo que contestar. En cuanto á Lea Peralli, continuó Jacobo, no esperaréis mucho tiempo sin saber á qué ateneros. Mañana mismo tendremos una solución. Vesín y Marenval se levantaron.

El sueldo con que en el colegio remuneraban sus buenos oficios, no pasaba de veinte duros mensuales; y como no se le conocía otro, pues no había podido recabar retiro, según se decía, a causa de sus peligrosas opiniones, teníase por seguro que con las cien pesetas se mantenía a y a su familia; el cómo no he de decirlo ahora, aunque bien lo ; lo reservo para otra ocasión.

Pero ésta también es de aprecio, y si uno está solo con ella, sopla el diablo, se empiezan á hacer cosas por entretenerse no más, pierde uno la razón, y no sabe cuándo y cómo terminará. Ahora estamos en tierra enemiga, y no hay que olvidarse de ello ni perder el tiempo... La fiesta me la reservo para mañana.

Palabra del Dia

hociquea

Otros Mirando