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Así se triunfa de estas mujeres... ó á primera vista ó nunca. Me repugna... Sois mal galán de capa y espada... no servís para una comedia. Lo confieso. ¿No me habéis recibido por maestro? . Pues obedecedme. Bien quisiera, pero tengo el corazón lleno. ¡Alma de niño! ¡majadero incorregible! doña Clara Soldevilla es el corazón, esta mujer la cabeza. ¡Ah! ¿Me habéis comprendido?

La expresion pues «el predicado que repugna á un sujetoequivale á esta otra: «cuando de la idea del sujeto se ve con claridad excluido el predicadola que á su vez es igual á esta «la exclusion ó la repugnancia entre el sujeto y el predicado es evidente

Primero quitaros la capa, la daga y la espada como si estuviérais en vuestra casa, mandar, hacer y deshacer, y que cuando venga Dorotea os encuentre apoderado de vuestro lugar de dueño. Pero esto me repugna... Seguid mi consejo... por veinticuatro horas. Pero si lo sabe doña Clara. Yo me encargo de eso. Pero adiós. Me están esperando en las Descalzas Reales. Y Quevedo salió.

Aguardó hasta la tarde, impaciente y llena de ansiedad, y viendo que el ratoncito Pérez no mentaba para nada al tal Arcachón, aventurose a decir: «Pero en fin, ¿qué contestas a Agustín? Yo te diré que por mi parte, aunque me repugna vivir con esa gente... ya ves, por los niños...». ¡Qué niños ni qué ocho cuartos!

Y a , acaso porque soy optimista, indulgente y benigno, más bien que deleitarme y más bien que conmoverme estéticamente, me aflige y me repugna la viva y exacta representación de la fealdad moral, cuando traspasa los límites de lo ridículo y llega a lo criminal y a lo odioso. Es cierto que en la novela del Sr. Lasso hay algunos personajes excelentes.

Además, ya sabes lo que pienso: no nos hemos tratado, no nos conocemos; ¿cómo diablos hemos de querernos como nos queremos ésta y yo? Y Leocadia hizo un signo afirmativo con la cabeza. Tienes razón, hijo, pero me repugna que la tengas.

Cuando yo esté en mi posición, en mi verdadera posición, no diré jamás una mentira. ¡Cuánto me repugna lo que no es verdad!... ¿Pero qué pensaría esa gente si yo les dijera que voy de paseo con Miquis?... Es domingo, hoy no tiene clase, y anoche me dijo que quería enseñarme las cosas bonitas de Madrid, el Museo, el Retiro, la Castellana». Y volvió a mirarse las botitas.

Esto es lo que niega Descartes. Descartes pone la esencia del cuerpo en la extension; donde hay extension hay cuerpo: donde hay espacio hay extension: por consiguiente no hay ni puede haber vacío. Leibnitz no cree intrínsecamente absurda una capacidad vacía; y si no la admite, es porque, en su concepto, repugna á la perfeccion divina.

Como todos los caracteres rebajados, repugna la luz, aprovecha cualquier coyuntura para deslizarse debajo de alguna peña o una mata y ocultarse a las miradas de los hombres y permanecer allí estancado, corrompiéndose en degradante ociosidad. Nadie se fíe de él. Con sus apariencias de viejo inválido y reumático, incapaz de dar un paso, ha engañado a muchos zagales.

El cerdo común abundantísimo en todo Filipinas, donde presta un oficio á que debieran poner coto las autoridades. En Zamboanga repugna verlos recorrer las calles cubiertos de inmundicias, haciendo las veces de vertederos cloacales. Los rumiantes tienen mejor representación que los paquidermos, siendo mayores sus variedades y de más útil aplicación.