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Actualizado: 9 de octubre de 2025


Pero el que se quiera hacer de un criado un estado ceremonial; que se quiera hacer de la servidumbre una carta aristocrática; que de un restaurant se pretenda hacer un centro de etiqueta, etiqueta que por respetos tradicionales se sufre hoy difícilmente en una recepcion de embajadores: en menos palabras, que del acto simple y neto de comer en una casa pública, se pretenda hacer una especie de besamanos palaciego, es una cosa que me repugna y me entristece. ¿No tenemos bastante todavía? ¿Queremos añadir el privilegio del frac y la corbata en el servicio de una fonda?

Con D. Jaime ocurre lo contrario; apenas le conozco; no si es bueno o si es malo; su entendimiento me parece de menos quilates, y sin embargo, me siento arrastrada hacia él. ¿Amo acaso en él el amor que muestra y que tanto me lisonjea? ¿Lo que en el otro me repugna, lo que mata el amor es sólo el respeto a las leyes que le prohíben?

Di mas bien para qué quiero ese homenage forzado si hay otras esposas que lo obtienen igualmente, y no soy yo la que impera en su corazon. Ese obsequio legal me repugna: el profeta le consiente darme hasta tres rivales, de modo que su obligacion se limita á envilecerme una vez cada cuatro dias renovando en mi corazon la herida de los celos.

Nada... ¿has visto qué bárbaro?... sin dar la menor importancia á lo del casamiento. Ahora lo comprendo todo. ¡Qué monstruosidad! ¡Casar aquel dije con semejante estafermo! Ya se ve... ella no lo repugna... no lo entiende... ¿quién diablo sabe?... pero yo lo entiendo... y me espeluzno... me horrorizo.

Los celos. Y ¿quién prueba mi paciencia? Ausencia. De ese modo, en mi dolencia ningún remedio se alcanza, pues me matan la esperanza desdenes, celos y ausencia. ¿Quién me causa este dolor? Amor. Y ¿quién mi gloria repugna? Fortuna. Y ¿quién consiente en mi duelo?

Lo que toman es leche muy azucarada con una ligerísima tintura de café, y tienen el capricho de beberlo en un vaso de vidrio, para tenerlo caliente. Ellos no son autoridad sino en cuanto al chocolate y el vino. Lo amargo les repugna en el café, como los deleita lo rancio en el aceite. Cada cual tiene sus gustos y en eso no cabe disputa.

le convendrías a él con pedirle dos reales menos que otro cualquiera, y a , como son pocas horas, de noche, y yo te taparé cuando faltes... vamos, que puedes ganar eso... si no te repugna... Díselo a tu padre. Y ¿por qué me ha de repugnar? ¿Qué tengo que decírselo a mi padre? Acepto desde ahora... y te lo agradezco de veras. Puedes creerme: ya ves cómo estamos en casa.

Admite ambos elementos, y vagamente los concierta en un método que llama empirismo intelectual, donde la intuición ejerce el oficio de la observación del sensualista y de la especulación del idealista. Hegel atrae y repugna a la vez a nuestro poeta.

Imagine ahora el lector el afán, el asombro, las palpitaciones de gozo y el raro deleite con que leería Poldy la carta, que también venía en rollo y que estaba concebida en estos términos: VIII «Me repugna y hallo difícil escribir cartas dando tratamiento a quien las dirijo, y así, adopto la antigua costumbre de los orientales.

A primera vista parece que en esta cuestion, limitándonos á la esfera de la posibilidad, no cabe diferencia entre las dos acepciones de la palabra puro; porque si al alma separada del cuerpo no le repugna esencialmente el sentir, tampoco repugnará á los demás espíritus.

Palabra del Dia

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