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«¡Pero aquella voz! ¡Aquella voz transformada por la emoción religiosa, por el pudor de la castidad que se desnuda sin remordimiento, pero no sin vergüenza ante un confesonario!...». «¿Qué mujer era aquella? ¿Había en Vetusta aquel tesoro de gracias espirituales, aquella conquista reservada para la Iglesia, y él el amo espiritual de la provincia, no lo había sabido antes?».

Venimos a ofrecer espontáneamente los auxilios que nuestra sociedad presta.... A condición de una retractación indigna, ya lo . Don Santos ha delegado en todos los poderes de su autonomía religiosa, y en su nombre, y con los mejores modos les intimo la retirada.... Y don Pompeyo extendió una mano hacia la puerta y estuvo un rato contemplando su brazo estirado y su energía.

La Inglaterra necesita aun reformas: el pueblo necesita un cambio radical, profundo; Cromwell ni supo ser ni fué nunca revolucionario; era un fanático de mas ambicion que talento, y ántes que amigo del pueblo lo fué de la hipocresía religiosa que le movia: y basta, vengamos á nuestro viaje.

Es a menudo difícil distinguir en la religión medioeval entre la sugestión devota y la criminal. El mismo, por su parte, apaleó a su padre casi hasta matarlo para hacerlo consentir en su profesión de vida religiosa.

Pero puedo morir mañana, y ¡figúrate qué magnífico bocado será la pobre Visita con sus millones, sola, y con esa afición a la vida religiosa, que otros más listos pueden explotar...! Yo he visto mucho; soy de la clase y estoy en el secreto. No faltan órdenes religiosas que se dedican a la caza de herencias, para mayor gloria de Dios, según dicen.

No se dará por ofendida, cuando en realidad le han propuesto la infracción de una ley moral, civil y religiosa, su deshonra y la de su casa, y tal vez la vileza de un hurto de bienes materiales, si llega a tener un hijo.

Eran las bocas de las calles en pendiente, que se remontaban colina arriba, á través de los barrios griegos, mahometanos é israelitas, basta llegar á una meseta cubierta de altos edificios entre las agujas obscuras de los cipreses. La diversidad religiosa del Mediterráneo oriental erizaba á Salónica de cúpulas y torres.

Sin salir de ellos, ha encontrado la novela política en Don Gonzalo y en Los hombres de pro, la novela religiosa en De tal palo..., la novela o más bien el poema idílico en El sabor de la tierruca, la novela social en Blasones y talegas y hasta la más conmovedora tragedia en La Leva.

Casi no se celebraba ninguna festividad religiosa de importancia sin solemnes oraciones, misas, salmos y villancicos para hacer más impresión.

Es el único que merezca verdaderamente el nombre de amor, porque es el único también al que la idea religiosa le da algo de eterno... El divorcio, de que se habla tanto este año, me desagrada por eso... Porque le quita al matrimonio el sentimiento de lo infinito... Ese sentimiento puede ser una traba para las almas vulgares o para los mal casados.