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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Artículo de fe es ese de que no he dudado nunca dijo Quevedo, al que pasó por los ojos tal cosa, que dió ocasión á que le rodeasen y asiesen de él de improviso los alguaciles. ¡Eh! ¿qué es esto? ¿habréme convertido en doblón cuando con tal ansia me echáis mano? dijo Quevedo. Os habéis convertido en hombre preso por el rey. Su majestad viva, y pues su majestad lo quiere, preso me reconozco.

Después, con una expresión púdica y tímida, añadió: Yo no soy como usted me cree. Los hombres aceptan con asombrosa facilidad todo lo que les cuentan acerca de las mujeres, y ¡á saber qué es lo que le habrán dicho á usted de !... Reconozco que he sido poco dichosa en mi matrimonio.

Me he dejado atropellar, lo reconozco; pero he procurado que me atropellasen lo menos posible, y mi delito no tiene, por lo tanto, una gran importancia. En lo sucesivo, haré todo cuanto esté en mis manos para que no vuelvan a atropellarmeIgnoro si esta carta llegó a poder del juez, pero yo recibí una segunda citación mucho más conminatoria que la primera. Me vi ya en presidio.

Yo quiero conceder que en todo, hasta en las bellas letras, hay progreso, en lo que pudiéramos llamar técnico o del oficio, pero, no bien lo reconozco, cuando reconozco igualmente que lo técnico y progresivo de la literatura, apenas tiene importancia, comparado con lo esencial de ella, en que no cabe progreso.

Sea como sea, la escasez de sacerdotes instruidos y virtuosos excita más en el deseo de ser sacerdote. No quisiera yo que el amor propio me engañase; reconozco todos mis defectos; pero siento en una verdadera vocación y muchos de ellos podrán enmendarse con el auxilio divino. Hace tres días tuvimos el convite, del que hablé a Vd., en casa de Pepita Jiménez.

¡Qué genio! ¡Reconozco la admirable ciencia de las sabias deducciones! ¡Has adivinado! ¡Marcho a estudiar el alma de la desconocida que amaré quizá!, y sobre todo... ¡Oh!, muy sobre todo... por huir de la joven que no amo. ¡Si supieras cuánta energía se tiene en estas tristes circunstancias! ¡Es espantoso! Mañana, tomaré el rápido para Strasburgo. Dentro de ocho días estaré en Viena.

El cemento es polvo de la carretera, las paredes son tabiques, las pilastras están huecas... El mejor día hay una catástrofe, que ni la del Dos de Mayo... Y por tres o cuatro pesetas estamos allí centenares de hombres honrados con la muerte en la garganta, mientras los culpables hacen vida de grandes señores. Yo soy imparcial y reconozco mis engaños.

Los tres personajes, que cual tres estatuas exornaban con simétrica colocación el testero de la sala, movieron sus venerables cabezas con ademán afirmativo, y alguno de ellos golpeó con la maciza mano el brazo del sillón. Señor de Araceli, siento decir a usted que ya reconozco la lamentable equivocación en que incurrí respecto al carácter de usted.

Power acodándose en la borda, ella y muchas otras, cada día más excitadas por la monotonía de la navegación, empiezan a encontrarlo un poco interesante... No es gran cosa, lo reconozco: algo jamona y blanducha... y con ese perfil de pájaro... y esa nariz que no acaba nunca. Debe ser de Oriente: judía, turca, ¡qué yo!... Pero una señora que tiene esas perlas merece siempre atención.

Yo respeto todas las religiones, aunque no profeso ninguna.... ¿Qué dirá el mundo si sabe que yo vengo aquí... con una compañía de borrachos matriculados? Reconozco en el Palomo el derecho de arrojarme del templo a latigazos o a patadas.... Ya lo sabemos, hombre... pudo balbucear Foja . En resumen: don Pompeyo reconoce que él aquí representa lo mismo... que los perros en misa.

Palabra del Dia

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