Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
JULIA. ¡Ay, sí...! Y no ignoramos que formamos discípulos para bien de las mujeres honradas, que nos detestan. Nuestra única venganza consiste en pensar que con el tiempo nos casaremos con los maridos divorciados de nuestras rivales. JULIA. ¡No lo digo por usted, señorita! Confío en que sabrá usted defender su tesoro. DORA. No deseo otra cosa; pero reconozco toda mi inferioridad...
Donde brilla todo el sol, es necia o estóica superfluidad sacar la luz de una vela y querer probar lo que se ve, como el resplandor del día, es bisoñería afectada y así lo reconozco fuera en mí si intentara probar este asunto para los que de cerca lo vemos y sabemos.
Ahora reconozco que no lo pasará bien el primer hulano que entre en su calle. Con un simple ademán limpia de gente una parte del banco, para que se instalen con amplitud los dos ancianos. Queda espacio libre, pero yo me guardo bien de volver á sentarme. No quiero recibir un bufido con acompañamiento de varios nombres de pescados deshonrosos.
¡Poeta sensible y de vista corta!... Esperaba de un momento a otro su objeción. «¡Los crímenes que comete el capital en sus grandes empresas mundiales!...» Sí, los reconozco: son los mismos crímenes de los grandes conquistadores que han trastornado el curso de la Historia; los crímenes de las revoluciones que nos dieron la libertad. El hombre pasa y la obra queda.
Calló un momento, y cambiando el curso de sus ideas, añadió: Reconozco, sin embargo, que su conducta es hermosa. ¡Qué generosidad la de las mujeres cuando creen llegado el momento de ofrecer!... Su padre le inspira gran miedo por sus cóleras, y sin embargo se queda una noche fuera de casa con uno á quien apenas conoce y en el que no pensaba á media tarde... La nación siente gratitud por los que van á exponer su existencia, y ella, la pobrecilla, desea hacer algo también por los destinados á la muerte, darles un poco de felicidad en la última hora... y regala lo mejor que posee, lo que no puede recobrarse nunca.
Esas casamenteras de voluntades, como las llama Quevedo... pero no todo es del dominio del escritor, y desgraciadamente en punto a costumbres y menudos oficios acaso son los más picantes los que es forzoso callar: los hay odiosos, los hay despreciables, los hay asquerosos, los hay que ni adivinar se quisieran; pero en España ningún oficio reconozco más a menudo, y sirva esto de conclusión, ningún modo de vivir que dé menos de vivir, que el de escribir para el público, y hacer versos para la gloria: más menudo todavía el público que el oficio, es todo lo más si para leerlo a usted le componen cien personas, y con respecto a la gloria, bueno es no contar con ella por si ella no contase con nosotros.
¿Entonces nos ayudará usted? exclamé con vehemencia. ¿Puede usted salvar a Mabel Blair si quiere? Haré todo lo que pueda fue la respuesta de Hales, porque reconozco que se está tramando por alguna parte una ingeniosísima conspiración.
Repito asimismo que aquí no se aducen otras razones que las del mero sentido común más rastrero; y que desde la bajeza de este sentido común a la altura de la ciencia ha de haber una distancia infinita. Todo esto lo reconozco y lo proclamo.
Señora: reconozco que usted es mucho más lista que yo y que pone las cosas de manera que no acierto a responder; pero, como la respeto y la estimo, estoy seguro que usted, en su conciencia, reconoce que yo tengo razón y que usted defiende, con mucha habilidad, una mala causa. ¡Adiós con la colorada! Zahorí me saliste, Facundo.
Esto demuestra la injusticia con que la mujer era mirada en aquellos tiempos nefastos de la tiranía hombruna, cuando se la consideraba apta únicamente para administrar una casa pequeña y cuidar los hijos. Al hombre corresponden ahora estas funciones secundarias. Reconozco, gentleman, que nuestro triunfo no ha sido del todo generoso.
Palabra del Dia
Otros Mirando