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Actualizado: 11 de mayo de 2025
De pronto sonó en la huerta un ¡ah! prolongado y gozoso, como los que lanza la multitud en presencia de los fuegos artificiales. Todas las recogidas miraban al disco, que se había movido solemnemente, dando dos vueltas y parándose otra vez. «Aire, aire» gritaron varias voces. Pero el motor no dio después más que media vuelta, y otra vez quieto.
Pero mirando hácia abajo, hallaba á Europa, con sus tradiciones romanas y góticas, sus prodigios de arte, su animación industrial y comercial, sus grandes progresos de locomocion, y sus lamentables contrastes de opulencia y miseria. La contemplacion de aquel panorama desconocido me hizo meditar durante largas horas, y creo que nunca olvidaré las impresiones allí recogidas. Hidrografía.
En uno de los testeros estaba el gran piano de Erard donde tocaba mañana y tarde el jovencito que había venido con la señora; en otro el espejo de la gran chimenea reproducía con misteriosa indecisión la cavidad adornada de la estancia. Frente al espejo, la abertura de dos cortinas, pesadamente recogidas, dejaba ver una puerta blanca, lisa, puerta en la cual se echaba de menos un epitafio.
En dicha sala recibían visitas las monjas, y las recogidas a quienes se permitía ver a su familia los jueves por la tarde, durante hora y media, en presencia de dos madres. Adornada con sencillez rayana en pobreza, la tal sala no tenía más que algunas estampas de santos y un cuadrote de San José, al óleo, que parecía hecho por la misma mano que pintó el Jáuregui de la casa de doña Lupe.
Volaba por un mundo fantástico, y volvería dentro de unos instantes, derramando sobre la mesa, como flores reales, todas las rosas quiméricas recogidas en su viaje. ¿Qué iba á decir?... Su palabra continuaba fluyendo, sonora, fácil, entusiástica. Y para terminar, señores, puedo citaros un ejemplo, que hará ver, mejor que todas mis palabras, lo que son los dos valores.
Sólo Sancho Panza se desesperaba con la tardanza del recogimiento, y sólo él se acomodó mejor que todos, echándose sobre los aparejos de su jumento, que le costaron tan caros como adelante se dirá. Recogidas, pues, las damas en su estancia, y los demás acomodádose como menos mal pudieron, don Quijote se salió fuera de la venta a hacer la centinela del castillo, como lo había prometido.
Se fueron, y dos horas después, cerca de un rancho, encontramos otra partida de jinetes, con lanzas también, y con esos caragüelles bombachos que parecen enaguas recogidas en las botas; pero éstos llevaban al cuello pañuelos blancos.
Bajaba la fortuna de la casa de Brull, pero aumentaba su prestigio. Las talegas recogidas por el viejo a costa de tantas picardías, se desparramaban por el distrito sin que bastasen a reemplazar su hueco algunas distracciones de fondos municipales. Don Ramón contemplaba impávido aquel derroche, satisfecho de que hablasen de su generosidad tanto como de su poder.
Abajo, junto á la llanura, han sido respetados los bosques de castaños, gracias á las hojas, recogidas por los aldeanos para la cuadra, y á los frutos que éstos mismos comen en las noches de invierno. Pocas selvas, ni aun en las regiones tropicales, donde alternan los grupos de árboles de más diferentes especies, presentan más pintoresca variedad que los bosques de castaños.
A las personas recogidas, que no asisten a reuniones de hombres solos, escandalizará sin duda este lenguaje; les parecerá desbocado y brutal hasta la inverosimilitud; pero los que conocen el mundo confesarán que este lenguaje es muy usado en él, y que las damas más bonitas, las más agradables mujeres, las más honradas matronas, suelen ser blanco de tiros no menos infames y soeces, si tienen un enemigo, y aun sin tenerle, porque a menudo se murmura, o mejor dicho, se injuria y se deshonra a voces para mostrar chiste y desenfado.
Palabra del Dia
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