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Actualizado: 9 de junio de 2025


Nuestro Señor, &c. Sobre la extension de la Provincia. Asumpcion, 13 de Enero de 1792. Recibì el oficio de V. S. de 12 del presente, en que solicita saber si el Itapucú, que dista sesenta leguas, á poco mas ò menos, de nuestra Villa de Concepcion, pertenece

La señorita Nieves es hija del rico caballero don Alejandro Bermúdez Peleches, y el padre de Leto es el pobre don Adrián Pérez, boticario de Villavieja... eso es; y en un paño como éste ¡caray! pueden entrar muchas tijeras, como haya ganas de cortar, que nunca faltan... En fin, ya puede usted comprenderme; y yo, mi señor don Alejandro, que he conservado con honra durante setenta y cinco años, eso es, la vida que recibí de Dios, con honra quiero entregársela el día en que me la reclame, que bien cercano está ya... Eso es.

Los Laroque poseen una fortuna territorial considerable, cuya administración estaba confiada en estos últimos tiempos, á un intendente que yo me tomaba la libertad de mirar como un bribón. Al día siguiente de nuestra entrevista, Máximo, recibí la noticia de la muerte de este individuo: me puse en camino inmediatamente para el castillo de Laroque y he pedido para usted el empleo vacante.

Fui allí y recibí la más cariñosa acogida de parte de la señora Mauri, que, junto con las aguas termales y un inmenso árbol de la plaza, constituye lo único bueno que hay en Villeta, según aseguran las malas lenguas de Bogotá. ¡Qué delicioso me pareció aquel cuartito, limpio como un campo, sereno, silencioso! ¡Había una cama! ¡Una cama, con almohada, sábanas y cobijas!

Me he dejado atropellar, lo reconozco; pero he procurado que me atropellasen lo menos posible, y mi delito no tiene, por lo tanto, una gran importancia. En lo sucesivo, haré todo cuanto esté en mis manos para que no vuelvan a atropellarmeIgnoro si esta carta llegó a poder del juez, pero yo recibí una segunda citación mucho más conminatoria que la primera. Me vi ya en presidio.

Ocupado en trabajar por mis ideas políticas, no prestaba atención á la suerte editorial de mi obra, cuando algunos meses después recibí una carta del señor Hérelle, profesor del Liceo de Bayona. Ignoraba yo entonces que este señor Hérelle era célebre en su patria como traductor, luego de haber vertido al francés las obras de D'Annunzio y otros autores italianos.

Un día recibí una ejecutoria, que aún conservo, y unos papeles que acreditaban que yo era, en efecto, doña Ana de Acuña, única descendiente de una familia ilustre, pero pobre. ¿Era rico don Hugo? preguntó el duque de Lerma. Riquísimo. Pues entonces comprendo perfectamente cómo os ennobleció... Compraría su apellido y su ejecutoria á una familia pobre... Eso debió ser. Continuad, señora.

Recibí el recado y con él doce pañizuelos, y respondí a su madre, que los inviaba a algún hombre de aquel nombre. Pídeme ahora la mitad. Yo antes me haré pedazos otra vez que tal . Todos los han de romper mis narices. Juzgóse la causa en su favor.

Lacante acaba de pasar una crisis que nos ha asustado un poco. Hace dos días recibí un telegrama de Elena advirtiéndome que su padre estaba enfermo y rogándome que llevase un médico. Correr a casa de Muret y llevármelo a la «Villa Sol», fue cuestión de una hora. Cuando llegamos, la crisis había terminado y encontramos a Lacante acostado por orden de su hija y bromeando agradablemente.

16 También tengo otras ovejas que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz; y se hará un corral, y habrá un pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma, para volverla a tomar. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

Palabra del Dia

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