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Actualizado: 10 de julio de 2025


Esta es cosa concluida, aceptada. Ella lo resistía; pero yo que pienso que el mejor uso que puede hacer un hombre de su fortuna es favorecer a sus semejantes, la he convencido. Pues en ese caso, le dije, voy a principiar desde este momento.

No molestaba a nadie; no se resistía a tomar el alimento ni las medicinas, sometiéndose silenciosamente a cuanto se le mandaba, como si lo dominante, en aquella fase del proceso encefálico, fuera la anulación de la voluntad, el no ser nada para llegar a serlo todo. Considerándose sola en la casa, Fortunata anduvo de una parte a otra, buscando una ocupación que la distrajera y consolara. Imposible.

Hice á mi mujer una seña, ella resistia por miramiento á los cuatro francos; pero otra señal la decidió, y salimos como habiamos entrado; digo mal salimos con 82 sueldos menos, pues á los 80 de estatuto tuve que añadir dos de propina; aunque la propina es un estatuto tambien..

Rafael sufría recordando que ya había adivinado ella esta situación cuando se resistía a su amor. Admiraba su resignación viendo que no profería ninguna palabra de queja, que fingía regocijo, ocultando lo que la gente decía. ¡Ah, los miserables! ¿Qué mal les había hecho aquella mujer? Amarle, entregarse a él haciéndole la regia limosna de su cuerpo.

La oquedad de un pulmón estaba infestada de tubérculos, y tenía ya esas brechas terribles que los facultativos denominan cavernas; pero el otro resistía aún, si bien en esto de pulmones acontece lo que con las manzanas: minutos bastan para perder a la sana, si está al lado de una podrida.

Deseaba hablar cuanto antes para salir de su angustiosa incertidumbre. Pero el hermano se resistía a iniciar la conversación mientras pisasen aquella tierra sometida a la vigilancia de su padre. Se detuvieron en la cerca de chumberas, junto a una gran brecha que dejaba ver un copudo olivar, tras cuyo ramaje descendía el sol.

Le tomó un brazo el español para tirar de él afectuosamente, llevándoselo de allí. Lo primero es huir dijo otra vez . Yo le daré los medios de hacerlo. Vámonos. Canterac se resistía á obedecerle, mirando al mismo tiempo á Torrebianca. Quisiera antes de irme murmuró decir adiós á la marquesa. Fué tan suplicante el tono con que hizo esta petición, que provocó en Robledo una sonrisa de lástima.

Corrió a abrir, pero ya ella había echado mano al cerrojo; por cierto que se encolerizó porque resistía a sus débiles tirones. Adiós, adiós; hasta el sábado dijo en voz de falsete. Hasta pasado mañana. No, no; hasta el sábado. Bajó la escalera con la misma precipitación con que la había subido, hizo otro gesto imperceptible de despedida al portero y salió a la calle.

La puerta resistía aún al embate del enemigo; pero, en la previsión de que pronto la derribase, Morsamor no vacilaba en defender sin reparo la entrada abierta. A este fin, iba ya a descender al piso bajo del edificio, cuando oyó, en el piso principal, angustiosos gritos y clamores.

Hermana Balî la empujaba dulcemente; Julî resistía, pálida, con las facciones desencajadas. Su mirada decía que veía delante de á la muerte. ¡Bien, volvamos si no quieres! exclamó al fin despechada la buena mujer que no creía en ningun peligro real. El P. Camorra, apesar de toda su fama, no se atrevería delante de ella.

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