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Actualizado: 10 de julio de 2025
Ocultábame su dolor, por no aumentar el mío, y nunca me había mostrado tanta pasión ni tan profunda ternura. ¡Demasiado generoso para quejarse y acusarme; demasiado pundonoroso para desear mi posesión a costa de mi honor y del deber, yo notaba con sorpresa los tormentos que resistía en vano!
Entre un estrépito de aplausos y vivas a Brull, la negra avalancha se dirigió a la iglesia. Había que hablar con el cura para sacar el santo, y el buen párroco, bondadoso, obeso y un tanto socarrón, se resistía siempre a acceder a lo que él llamaba una tradicional mojiganga.
La locura volvió a cogerla entre sus engranajes. Los hombres hablaban de matarse si ella resistía, como si su deber fuese entregarse al primero que apeteciese su cuerpo y la negativa resultase una traición.
Agitábanse los diputados, echándose unos a otros la culpa del alboroto; nos apostrofaban también desde abajo llamándonos canalla soez, y los porteros dieron principio a la expulsión. Aquí de los apuros. Presentación y yo queríamos salir sin poder lograrlo, por tener delante una muralla de carne humana que resistía la orden del presidente.
Por eso advertí lo que ocurría. Al poco rato, tu padre, sin saber que Leocadia se resistía a que yo la llevara lo que faltaba de Nuestra Señora, me dijo delante de tu hermana que no tenía trabajo, y ella se marchó del comedor en seguida. Cuando nos despedimos en el pasillo la pregunté a qué obedecía aquello y respondió con evasivas.
Hablaba de todo con bastante lucidez menos cuando se tocaba el punto de la antropología. El médico, temiendo y aun augurando un nuevo acceso de furia, aconsejó a la familia que lo recluyese cuanto más pronto en alguna casa de salud, Mario se resistía, lleno de compasión. ¡Pobre viejo! decía.
Bregaba jadeante y frunciendo el ceño con la angostura del corsé, que se resistía a encerrarla en su molde. Siempre ocurría lo mismo: su cuerpo, después de los supremos espasmos, parecía dilatarse en el reposo de la más noble de las fatigas.
Era, pues, indispensable darle pruebas de completa sinceridad. Mucho se violentó antes de resolverse. Su orgullo se resistía. Sus costumbres, tan contrarias a la humilde franqueza, ponían dique a su deseo. Elisa sabía prometer, alentar, dar esperanzas de un modo tan aéreo y confuso, que se pudiese negar hasta ella misma que había prometido y alentado.
No habéis oído vosotros hablar de Pernando de Amezqueta? No. ¡Ah! Pues era el hombre más gracioso de toda esta provincia. ¡Las cosas que contaba aquel hombre! Martín y Bautista le instaron para que contara alguna historia de Fernando de Amezqueta, pero el campesino se resistía, porque aseguraba que oirle a él contar estas chuscadas no daba más que una pálida idea de las salidas de Fernando.
Con la lengua de fuera y los ojos entornados, asistió a la muerte progresiva de cuanto era brotación primaveral. La huerta se perdió rápidamente. El maizal pasó del verde claro a una blancura amarillenta, y a fines de Noviembre sólo quedaban de él columnitas truncas sobre la negrura desolada del rozado. La mandioca, heroica entre todas, resistía bien.
Palabra del Dia
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