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Actualizado: 8 de junio de 2025


Es triste le repliqué; ser de un hombre a quien no se ama, debe ser algo terrible en la vida... No lo creo. Se puede amar al marido, amarlo como a un amigo... al fin el marido no es otra cosa a la vuelta de diez años. ¿Cómo concibe que don Ramón, su tío, esté enamorado de misia Medea? ¡Imposible! ¡No, Blanca!

Quería llegar a tiempo a la novena de San Ramón Nonnato que se celebraba hacía días en la iglesia de San Pedro. Allí veía a Maximina, a la cual estaba ligado por una simpatía irresistible.

Llaman, pues, inmediatamente nuestra atención los diversos poetas contemporáneos de Lope, que, como él, acometieron también la empresa de reformar y perfeccionar el drama español. Ramón, que fueron los más, después de los del gran Lope. Estímense las trazas artificiosas en todo extremo del licenciado Miguel Sánchez; la gravedad del Dr.

Ramón sintió que se le helaba la sangre de horror y de vergüenza... Su madre se puso a llorar... Y exaltándose más y más en su dolor, repetía el señor: ¿Cómo has podido hacer eso, miserable? ¿Cómo has podido dejar de llamarnos a tiempo siquiera, canalla, desagradecido?

Una noche celebra Roberto en su jardín una fiesta de confianza, á la cual, como es de presumir, sólo son invitados sus más próximos parientes, y, mientras tanto, el astuto Ramón llama de tal suerte la atención de su amo, que Lisardo entra sin ser notado; los amantes se hablan en un bosquecillo, al mismo tiempo que Roberto departe á más y mejor con Ramón, y los cantores entonan la siguiente estrofa: Madre, la mi madre, Guardas me ponéis; Que si yo no me guardo, Mal me guardaréis.

La lucha se fué haciendo cada día más encarnizada. Por otra parte, los acreedores de Osorio, defraudados en sus esperanzas, empezaban a revolverse contra él y amenazaban dejarle arruinado. Es fácil representarse la agitación, la violencia, el malestar que reinarían en el hotel de la calle de Don Ramón de la Cruz.

Por la tarde, en la Bolsa circuló una noticia que hizo palidecer a todos los protegidos de don Ramón Morte. En vez de cumplirse los vaticinios de éste, el alza continuaba su carrera triunfal, ganando nuevos escalones y arrollando las mermadas fortunas de los que osaban ponerse enfrente de ella.

Calló un instante don Ramón para tomar aliento y recrearse en el eco de su elocuencia, pero al instante prosiguió, mirando a Fermín fijamente, como si éste fuese un enemigo difícil de convencer: Por desgracia, muchas gentes creen paladear el vino de Jerez cuando beben inmundas sofisticaciones. En Londres, bajo el nombre de Jerez, se venden líquidos heterogéneos.

Tuvo que interrumpirse aquí el coloquio, porque se oyó el recio y bien conocido taconeo de miss Mary que se acercaba... Ramón, cuya única antipatía en el mundo era esa miss Mary, se hizo humo... Lita simuló dormitar y despertarse sobresaltada... ¿Viene usted a buscarme, miss... «Yes»? preguntó, no sin altanería. «Yes, Lita. Your mother is coming»... Ante tal argumento, Lita cedió.

Don Ramón aparece sentado en un banco sobre el cual ha dejado unos guantes de mármol y una chistera del mismo material. Tiene unas botas de cartera cuyo precio en mármol ignoro, pero que, en cabritilla o tafilete, ha debido oscilar alrededor de las veinticinco pesetas.

Palabra del Dia

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