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Actualizado: 10 de junio de 2025
No volvió a hablar a su hermano de Maximina: pero le dejaba largos ratos solo, y cuando estaba a su lado permanecía quieta y silenciosa, esperando con razón que el pensamiento del herido llevaría a cabo su tarea, y mejor por sí solo que con auxilio de nadie.
Así comprenderá él, viéndola a esas horas, que viene a pedirle perdón de sus crueldades de la víspera. Sí, irá... Pero prometió a Zuzie ser juiciosa, estarse quieta como una santa, y ¿hacer lo que hace, es portarse como una santa? Al volver confesará a Zuzie todo, y ella le perdonará. ¡Irá, irá! Mas ¿con qué se vestirá?
No es posible apartar los ojos de la blanca franja que lleva disueltos los mil colores del prisma; una calma deliciosa; una quieta suavidad que aferra, al punto que lo hace olvidar de todo. La óptica produce aquí un fenómeno puramente musical, la atracción, el olvido de las cosas inmediatas de la vida, el tenue empuje hacia las fantasías interminables.
La caballería, brazo de los momentos terribles, no funcionaba aún y permanecía detrás, quieta y relinchante, conteniéndose con sus propias riendas. Pero a pesar de generalizarse la lucha, en aquel primer período de la batalla todo el interés continuaba, como he dicho, en el ala izquierda. Atacada por los franceses con valentía pasmosa, nuestros batallones de línea retrocedieron un momento.
Mi tía no estaba quieta un solo instante; salía y entraba a la sala en que se congregaban sus correligionarios, atendía a una que otra visita íntima del barrio en las habitaciones interiores, y volvía de nuevo por un instante a seguir el hilo de los debates y peroraciones que tenían lugar.
A la mañana siguiente, Paula, por orden de su señora, llevó a la niña al cuarto de la plancha, la sentó en una silla alta y pidió las tijeras a la doncella, que cosía al pie del balcón. ¿Qué vas a hacer? preguntó Josefina. Cortarte el pelo. ¿Por qué?... Yo no quiero que me cortes el pelo. Y se bajó resueltamente de la silla. Paula tornó a alzarla. ¡Quieta! le dijo severamente.
Daré otra vuelta y cerraré los ojos; los apretaré aunque me duelan... ¿Por qué no puedo estar quieta un ratito largo? ¿Qué es esto que salta dentro de mí? ¡Ah!, son los nervios, los pícaros nervios, que cuando el corazón toca, ellos se sacan a bailar unos a otros. ¡Qué suplicio! Me muero de insomnio... Un baile en aquellos salones.
Quieta es la superficie de sus aguas Si el viento no la agita con furor, Como tu frente es cándida y serena Si no la agita el soplo del amor. En el lecho pedroso do descansa Se deslizan sus aguas con quietud, Como tus horas corren no sentidas Por el sendero fiel de la virtud.
Este soy yo... dijo con loca admiración . Trabajo me cuesta el creerlo.... ¿Y cómo estoy dentro de esta agua dura y quieta? ¡Qué cosa tan admirable es el vidrio! Parece mentira que los hombres hayan hecho esta atmósfera de piedra.... Por vida mía que no soy feo... ¿no es verdad, prima? ¿Y tú, cuando te miras aquí, sales tan guapa como eres? No puede ser.
Sin embargo, haciendo extraños movimientos, continuó en su singular delirio: ¡Ven acá, borriquita! ¡So, so! ¡quieta! ¡Qué oscuro está! Alerta con los baches, y cuida también de él, vieja. Ya sabes que a veces, cuando está borracho, rueda como un tronco hasta la cuneta. Corre, pues, en derechura hasta el pino de allá arriba, en la colina.
Palabra del Dia
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