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Actualizado: 10 de junio de 2025
Cuando éste hizo quiebra, gracias a la reputación de honrado, activo e inteligente que había adquirido entre los hombres de negocios se abrió pronto camino en la Bolsa, montó una casa de banca y logró adquirir un capital considerable.
Finalmente, aunque con este miedo y recelo, las escribió de la misma manera que él las hizo, sin añadir ni quitar a la historia un átomo de la verdad, sin dársele nada por las objeciones que podían ponerle de mentiroso. Y tuvo razón, porque la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.
Se produce una gran emoción. Al griterío de hace un segundo sucede un silencio imponente. Estamos como en el circo, cuando para la música y se avecina el ejercicio peligroso. El empleado comienza a echar las cartas, y el encarnado saca dos. ¿Otra vez dos? ¡Malo! ¡Malo...! Ahora quiebra la racha... Y, en efecto, quiebra la racha. El negro gana.
19 Pero yo dije: ¿Cómo te pondré por hijos, y te daré la tierra deseable, la heredad de codicia de los ejércitos de los gentiles? Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en pos de mí. 20 Mas [como] la mujer quiebra la fe de su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh Casa de Israel, dijo el SE
5 que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el encantador sea. 6 Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; quiebra, oh SE
Esa quiebra de Raynaud nos ocasiona pérdidas considerables, y es triste para mi padre ver la obra de toda su vida puesta en peligro por la falta de un especulador imprudente.
Huberto se separó de su madre, triste y descontento, pero bien decidido a mantener la palabra dada a María Teresa. De vuelta en su casa, recorrió los diarios y pudo leer los detalles de la quiebra Raynaud, así como el relato de la muerte trágica de Pablo Raynaud, a quien habían encontrado en su cuarto, perforada la sien por una bala de revólver.
Ponía una simple moneda de cinco francos la puesta menor que admiten en el Casino , y á los veinticinco golpes se detenía con espanto. Había ganado treinta y tres millones y medio de duros: más de ciento sesenta y siete millones de francos. ¡Solamente en veinticinco minutos!... El Casino cerraba sus puertas, declarándose en quiebra; pero esto no conseguía sacarle de su delirio.
Su madre y él contemplaban con inquietud los acontecimientos probables: la muerte del señor Aubry y la quiebra de la casa. La señora Martholl concibió temores muy serios. Preocupada de que su hijo pudiera encontrarse en una situación comprometida, se hizo apremiante y persuasiva.
»Sobre todo, mi querida Katie, no os fijéis en el dinero. Haced locuras, verdaderas locuras, es todo lo que os pido.» El día en que madama Norton recibía esta carta, corrió la noticia de la quiebra de cierto señor Garneville, gran especulador que no había tenido buen tacto, sintiendo la baja cuando debió sentir la alza.
Palabra del Dia
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