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Actualizado: 10 de junio de 2025
Dorrego se apresura a satisfacer tan justa demanda. Esta suma se la reparten entre él y Moral, gobernador de La Rioja, que le sugerió la idea; seis años después daba en San Juan 700 azotes al mismo Moral, en castigo de su ingratitud. Durante el gobierno de Blanco, se traba una disputa en una partida de juego. Facundo toma de los cabellos a su contendor, lo sacude y quiebra el pescuezo.
Se recordará que con lo que debía entregar la casa A... a la suya contaba ésta para pagar los cuarenta mil duros girados por aquél. ¡Qué desquiciamiento no sufriría la máquina de sus negocios, para llenar tan enorme vacío con recursos destinados a otras atenciones indispensables! ¡Qué serie de complicaciones no podría traer la quiebra de una casa tan importante como la que acababa de suspender los pagos! ¡Cómo se presentarían las cosas a fin de mes, época en que vencían los otros giros!
Y la de Vargas: ¡Siempre la misma! no sé cómo he podido yo figurarme que iba a recibirme de otra manera... ¡si no tiene corazón! ¿Por qué no habré escuchado a Pablo? me he humillado inútilmente... tres puntos en la lengua me daré, antes de pedirle nada; además... ¡están arruinados! era cierta la quiebra. Quisiera estar a cien leguas, no haber venido. ¡Ah, Quilito, Quilito!
El palacio de Carraspique, comprado por poco dinero en la quiebra de un noble liberal, que murió del disgusto, estaba enfrente del caserón de los Ozores, en la Plaza Nueva, podrida de vieja. El Magistral se dejó introducir en el estrado por una criada sesentona, que ladraba a los pobres como los perros malos. A los curas les lamería los pies de buen grado.
Todo el mundo sabía que la quiebra pasada fue falsa, y sin embargo yo no podía hacer nada: las leyes eran completamente inútiles. Ni yo pensaba en ellas. A don Ulpiano le duró poco aquella segunda época de prosperidad porque el grandísimo bribón murió y además ¿para que necesitaba yo recurrir a él? No me hubiera podido devolver lo mejor que por su causa había perdido.
"Maldito sea aquel día en que nacido Yo triste fuí, que nunca yo naciera, O yá, que yó nací, que perecido Al punto que nací luego yo fuera: O ya que no lo fuí, el encrudecido Y hondo mar en sí me recogiera, Y no viera yo aquesta desventura, Teniendo tan dichosa sepultura." "¿Qué tengo de hacer, triste, mezquino, Como podré soldar yo quiebra tanta?
4.ª Si doblando Punta Rubia le diere el viento escaso, puede dar fondo, pues estando ya de la parte de adentro, no hay mucha marejada, porque esta quiebra en los bajos de afuera: pero con la advertencia de que sea con la mejor ancla que tenga, por la mucha corriente que hay. Esto es en caso de estar la marea parada ó bajando, que si creciere, puede, aunque sea el viento enteramente de proa, voltejear, pues con la ayuda de la corriente, que lo menos que corre en las cuadraturas lunares es 4 millas, muy breve se hallar
El muro rompe la doncella hermosa que de Píramo abrió el gallardo pecho: parte el Amor de Chipre, y va derecho a ver la quiebra estrecha y prodigiosa. Habla el silencio allí, porque no osa la voz entrar por tan estrecho estrecho; las almas sí, que amor suele de hecho facilitar la más difícil cosa.
Tomás lo sintió mucho, pues comprendió al fin que poco o nada podía esperar ya de su hermano. En cambio Rosa tuvo una verdadera alegría. El indiano continuó visitándolos de vez en cuando, siempre para llorar alguna pérdida o quiebra de su caudal, con el objeto de que no se les pasase por la imaginación demandarle auxilios pecuniarios.
Doña Luz se ponía a sí misma esta cuestión; y, no acertando a resolverla sino en el sentido de que no se da diferencia, o que, si se da, apenas es perceptible y se quiebra de puro sutil, decidía que no era absurdo ni insolencia suponer y afirmar que estuviese enamorado de ella el P. Enrique.
Palabra del Dia
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