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Actualizado: 14 de junio de 2025
Decididamente, Rocchio no estaba de vena; al escuchar a don Bernardino, intenciones tuvo de hacer con él lo que con aquel político de marras, a quien sirvió tan singular desayuno en la misma mañana. Si le pego pensó, nuestro gran negocio se quedará en nada y yo saldré perdiendo. ¡Paciencia!
Notando Juanita que doña Inés se asustaba un poco al verla y al oírla tan bárbaramente bíblica, prosiguió sonriendo: Pero no te apures ni te sobrecojas. No será menester tocar en tales extremos; no llegará la sangre al río. Aunque será severa la lección que yo dé, no pasará a ser tragedia, y quedará en sainete.
Y cada día más tonto, Butrón; crea usted que no exagero... Yo creí que sería imposible serlo más; pues nada, todos los días progresa... El respetable Butrón dio un suspiro, y poniendo en el anzuelo el cebo de un consuelito, tendió delicadamente la caña. Siempre te quedará Jacobo, excelente amigo, que sabrá aconsejarte... ¿No te ha escrito?...
Cuando el general vio el nacimiento, faltó poco para que cogiese un rabel: si no lo hizo fue porque no quedara mal parado el principio de autoridad. A la tarde siguiente, Pepito salió de paseo con su madre. Cuando volvían oyó llorar en el patio a uno de los chicos del portero y preguntó la causa.
Puesto que mañana parto se dijo quiero echar una última mirada á los balcones de su habitación; quiero recorrer los sitios en que tantas veces la he visto por mi desgracia. Cuando tenga noticia de mi marcha, ¡qué ajena quedará de este viaje nocturno! ¡Oh, no puede concebir lo que la amo! El río sonaba impetuoso debajo del puente.
Si algún día me da el arrechucho de huir y levanto el vuelo, ahí quedará eso para que mi pobre tía se indigne a cada instante viendo que su loca gastó tanto dinero en tonterías pecaminosas, como ella dice.
Rocafort siempre publicó que el infante, por tener alguna disculpa con el rey, no admitiria luego el ofrecimiento que le hacian, y con esto engaño la mayor parte del ejército, porque si hubiera quien les persuadiera, y desengañara que el infante por ningun caso se quedara á gobernarles como á príncipe, sin duda que le admitieran por el rey.
Sean, pues, parte tan claros desengaños para que volváis, ya que no podáis hacer otra cosa, el amor en rabia, la voluntad en despecho, y acabadme con él la vida; que, como yo la rinda delante de mi buen esposo, la daré por bien empleada: quizá con mi muerte quedará satisfecho de la fe que le mantuve hasta el último trance de la vida.
Púsose Butrón al oír a Pulido muy enfadado, levantando los brazos como si quisiese coger las bambalinas. ¿Que trae cara de presidenta?... ¡Pues se quedará con la cara, Pulido!... ¡No faltaba más!
Entonces pienso que todavía me quedará una fuerza para ejercer, la fuerza extrema: el perdón. Presiento que no me costará hacerlo, y eso es malo, pues si me costara, habría en ello mayor mérito. Pero él puede hacer de mí lo que quiera, con tal de que no niegue todo y siempre... »¡Ah, esa risa...!»
Palabra del Dia
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