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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Tanto oía anatematizar a todas horas la injusticia del testamento de su protector, que llegó a tener sospechas de semejante injusticia; porque si ella no era, por fin, hija del noble solariego, ¿qué era en aquella familia, y qué motivos había para que la piedad del testador la asistiese por encima de los naturales derechos de la hermana?
Del P. Fray José M. Ruíz, en su memoria presentada a la Exposición de Filipinas en Madrid en 1887, tomamos lo siguiente: "Es el párroco inspector local de Instrucción pública, consultor del Gobernadorcillo, y Presidente de varias juntas locales. Los indios ven en ellos un padre, un pastor, y un protector, y como tales han sido siempre reconocidos por el Gobierno de estas Islas."
"Se atribuye a la Virgen María el origen de las novenas, porque ella venera el número nueve en memoria de haber sido nueve los días que fué prevenida para la Encarnación del Divino Verbo, y también por los nueve meses que le trajo en su vientre virginal." Las Novenas ofrecen un medio sencillísimo de alcanzar del Cielo lo que se pide en ellas a un santo protector.
Una de las pocas, casi la única admiración que ya le quedaba a Tristán en literatura era la de Rojas, su maestro y protector. No asistía con puntualidad a sus tertulias nocturnas de los viernes, pero iba de vez en cuando. Y cuando tropezaba en la calle al célebre poeta, nunca dejaba de departir con él algunos instantes y solía acompañarle hasta el paraje adonde se dirigía.
Este terreno era para ellos y para el Zapaterín el redondel de la plaza de Sevilla. Pronto estaba el muchacho a verse cara a cara con la verdad. Su protector había adquirido para él un traje de «luces» algo usado, desecho de un matador sin nombre.
Desapareció el respeto que la diferencia de clases había despertado en ella al comienzo de sus amores; se acostumbró á dominarle, á imponerle sus gustos y caprichos, á escuchar con indiferencia sus palabras apasionadas, candentes. De tal modo, que á los seis meses le trataba como á un niño, le hablaba en tono protector, se reía de sus puerilidades, le reprendía y le martirizaba.
Os he respondido la verdad: me tiendo á sus pies, lamo su mano, y velo por ella, siempre dispuesto á defenderla. ¿Pero no es vuestra hija? No contestó con voz ronca el bufón . ¡Oh! ¡si fuera mi hija! ¿Ni vuestra... querida? ¡Oh! ¡si fuera mi querida! ¿Pero la amáis? Ya os he dicho que soy su perro. Más claro. Soy su protector.
Y su marido miraba al hombre poderoso con expresión suplicante, como si pidiera perdón para su mujer, que no sabía lo que decía. Vamos, doña Enriqueta dijo desde el fondo de la habitación la voz del cura . Piense usted en sí misma y en Dios: no incurra en el pecado de soberbia. Los dos hombres, el marido y el protector, acabaron por sentarse junto al lecho de la enferma.
Necesitaba mi emoción como un aplauso. Empecé á pensar en el ingeniero, luego en Olga, y fuí adivinando todos los actos de mi protector con algunos minutos de antelación. Casi fué un deporte agradable para mí ver cómo la realidad se iba plegando á mis inducciones. El automóvil abandonó las calles iluminadas, como yo había previsto.
Hubiera dado cualquier cosa por tener una amiga a quien pedirle consejo... Pero ella sola, ¿qué protección podría buscar contra un protector que no conocía y que ya le inspiraba miedo?
Palabra del Dia
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