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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Se le veía en nocturnas reuniones de esta secta, que es la antesala del Limbo, y llegó a adquirir esas convicciones tenaces que sólo se encuentran en los prosélitos de los sistemas más absurdos.
Deliberando sobre esto quedaban a las nueve y media todavía, mientras Tinito, que tenía su plan, continuaba encerrado en casa, donde había recibido, por conducto de su padre, las felicitaciones de los cuatro prosélitos que, como se sabe, tenía entre los gremios de zapateros y mareantes. Esto había enorgullecido mucho al tabernero, y le había parecido a él signo de buen augurio.
En estos términos presenta en la primera edicion de su Crítica el discurso psicológico que se propone combatir; en la segunda edicion, queriendo ser mas claro, ó quizá mas obscuro, expresa el mismo raciocinio en otros términos. «Lo que no puede ser concebido sino como sujeto, no existe sino como sujeto, y por consiguiente es substancia; es así que el ser pensante, considerado simplemente como tal, no puede ser pensado sino como sujeto; luego no existe sino como tal, es decir, como substancia.» Preciso es confesar que si la psicología no tuviese expositores mas claros que Kant, y en sus demostraciones hubiese de emplear las formas de que se vale este filósofo en los pasajes que se acaban de ver, haria muy escasos prosélitos, por la sencilla razon de que pocos entenderian su lenguaje.
En esta época el poderío de los mahometanos llegaba á su mayor apogeo en Mindanao: nos habían arrojado de la Sabanilla, del río Grande y de Tamontaca; el abandono de Lanao les había hecho dueños de aquellos ricos territorios, de los que extraían grandes riquezas en productos de su fértil suelo, y entre las razas montesas, á quienes hicieron creer que nos habían exterminado, hacían prosélitos y reclutaban gente de guerra.
No he de negar yo que sean muy estimables las obras filosóficas de Balmes, del P. Zeferino González, de D. Manuel Orti y Lara, de Sanz del Rio y de la turba de sus prosélitos; pero de ninguno de ellos se podría afirmar sin exagerada benevolencia lo que el autor anónimo afirma de la obra filosófica del P. Juan José Urraburu, declarando que es notabilísima, que hace honor á España, y que debe contarse entre las mejores, si ya no es la mejor publicada en Europa, después de la restauración filosófica pregonada por León XIII. Es cierto que el autor anónimo limita luego la alabanza, considerando la obra del P. Urraburu como mera exposición de la sana filosofía escolástica.
43 Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los religiosos prosélitos siguieron a Pablo y a Bernabé; los cuales hablándoles, les persuadían que permaneciesen en la gracia de Dios. 44 Y el sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad a oír la Palabra de Dios. 45 Pero los judíos, vista la multitud, se llenaron de celo, y se oponían a lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.
Tomamos de Italia, la escrupulosidad en el estudio de los miembros del cuerpo, la manera de concebir y disponer el cuadro, el manejo de la luz, los contrastes y armonías del color, hasta los estilos y procedimientos de la ejecución, pero la tendencia del Renacimiento a que el arte fuese, ante todo, realización de belleza, ya nacida de los ideales de la mente, ya contemplada en las obras de la Naturaleza, el criterio amplio y libre hasta la audacia que florentinos, romanos y venecianos desplegaron en sus frescos y sus lienzos, halló pocos prosélitos en España.
Acudió igualmente aquella tarde á Entralgo el farmacéutico Teruel, hombre profundo, inventor de ciertas pastillas contra las lombrices que eran el asombro y el orgullo del concejo. De todos los rincones de Asturias solían venir demandas de estas famosas pastillas. En Madrid mismo, donde las importó una señora de Oviedo, adquirieron prosélitos. Habían salvado de la muerte á la esposa de un diputado asturiano, el cual en recompensa había hecho condecorar al benemérito boticario con la cruz de Isabel la Católica. Mas después de este esfuerzo químico tan prodigioso el ingenio de Teruel se había agotado ó había dormido para siempre. Ó considerando tal vez vanas y engañosas las glorias humanas, había decidido renunciar á toda labor científica. Lo cierto es que desde hacía largos años estaba dedicado á pescar truchas con caña en el río y á beber sidra en los lagares. ¿Quién regentaba la botica en su ausencia casi continua? Su digna esposa D.ª Teresa.
Palabra del Dia
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