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Maltrana, no diga disparates interrumpió Ojeda, algo amoscado . Aunque, en verdad, no por qué hago caso de sus afirmaciones. Mañana dirá usted todo lo contrario. Cada vez que hemos hablado en Madrid defendía usted una opinión diversa... Conozco esta enfermedad de la gente pensante.

Daba fiestas a lo Trimalción; y, en las horas más ásperas de la furia libertina, cuando entre la música de las charangas, entre el estridor brutal de los cobres, rompían el «can-cán», cuando prostitutas de seno desnudo, cantaban coplas canallescas; cuando mis convidados bohemios, ateos de cervecería, injuriaban a Dios, con la copa de champagne levantada, yo, poseído súbitamente como Helio y Abalo, de un furor de bestialidad, de un odio inmenso contra lo Pensante y lo Consciente, me tiraba al suelo a cuatro patas y me ponía a rebuznar imitando al burro.

A todas horas, en todos los instantes, un cuerpo humano, una simple milmillonésima parte de la humanidad se rinde ó se disuelve, mientras que por otra parte sale un niño de la inmensidad de las cosas, abre sus ojos á la luz y se convierte en sér pensante.

La relacion del predicado con el sujeto, ó la conveniencia de pensante al yo, expresa tambien un análisis digno de atencion. Por el pronto se echa de ver una descomposicion del concepto del yo en dos ideas: la de sujeto de varias modificaciones, y la de pensante; sin esto la proposicion carece de sentido, ó mejor, su expresion se hace imposible.

Luego todo ser pensante hará un uso positivo del principio de contradiccion, supuesto que hallará en su propia conciencia hechos á los cuales le podrá aplicar. Esto es lo que se verifica cuando el espíritu humano se eleva por discurso al conocimiento de lo no sensible.

Cuando la Opera italiana, á poco más tuvo un desafío por haber traducido mal el nombre de un tenor; cierto envidioso publicó inmediatamente un artículo tratándole de ignorante, á él, ¡la primera cabeza pensante de Filipinas! ¡Lo que le costó defenderse! lo menos tuvo que escribir diez y siete artículos y consultar quince diccionarios.

Por manera que si comparásemos el sujeto pensante á este punto de aplicacion de las fuerzas, deberíamos atribuirle conciencia de la diversidad de orígen de las representaciones que concurririan á la produccion del efecto total.

Luego en todo pensamiento hay unidad; luego el pensamiento no puede ser concebido jamás como el concurso de muchos agentes; luego queda demostrada esta proposicion que Kant considera indemostrable: muchas representaciones no pueden formar un pensamiento, sino en cuanto están contenidas en la unidad absoluta de un sujeto pensante.

Colocándonos en el yo, prescindiendo de pensante, nos encontramos con la idea de sujeto ó de substancia en general, donde por mas que cavilemos no alcanzaremos á descubrir la de pensante.

Es verdad que no conocemos la substancia del alma sino por la presencia del sentido íntimo, y por su relacion con los actos; y que por consiguiente ella en misma, con abstraccion de todos los fenómenos que experimentamos, no nos es dada en intuicion inmediata, y que cuando llegamos á este punto nos quedamos reducidos á la idea de un ser simple; pero esta indeterminacion y vaguedad en el conocimiento de la substancia del alma, no nos impide el conocer su simplicidad, si esta se halla atestiguada por el sentido íntimo, y además por la naturaleza de los fenómenos que nos dan á conocer al sujeto pensante.