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Actualizado: 10 de junio de 2025


Por la noche no dejó Miguel de pintarle tres o cuatro manchas en el rostro, con lo cual, al verse por la mañana en el espejo, comenzó a dar tales gritos y a proferir tales lamentos, que acudió el director y algunos profesores. Enterados del caso y hechas las correspondientes averiguaciones, se le impuso a Miguel un severo castigo.

Un helado calofrío recorrió todo mi cuerpo al oírla proferir, con el tono tranquilo de un colegial que recita una lección, esas palabras de una tristeza desesperante. No protestes continuó, no es sólo de hoy que lo ; siempre tuve ese presentimiento, y verdaderamente no necesitaba asustarme tanto hoy.

Quedó igualmente pálida y sin poder articular palabra. ¿Quién te ha dicho eso? logró proferir al cabo. Pepín. ¡Ah pícaro!... ¡Le voy á arrancar las orejas! exclamó cambiando súbito su emoción en furor. Y ya se disponía á ir en busca del criminal, pero Demetria la retuvo. No, madre, no salió de él... Fué Tomás el de la tía Colasa quien se lo dijo y por eso se pegaron.

Aquí en estos bosques no hay peligro ninguno prosiguió Barragán . Pero si usted caminase por algunos de América ya podría usted ir con más cuidadito. A lo mejor salta el tigre o se tropieza con los bandidos... Barragán al proferir estas palabras dio un paso hacia Elena. Esta se puso más pálida aún y sin saber lo que decía con voz alterada exclamó: ¡Haga usted el favor!

Luego reconocieron lentamente la necesidad del abandono, aceptando su suerte con resignación. ¿Pero caer en manos de los adversarios? ¿Quedar á merced del búlgaro ó el turco, enemigos de largos siglos?... Los ojos completaron lo que las bocas no se atrevían á proferir. Ser servio equivale á una maldición cuando se cae prisionero.

El Gran Arquitecto, que tenía mucho puntillo y no estaba avezado a sufrir injurias tan manifiestas, le alumbró por toda contestación una soberana morrada en las narices. Pero Enrique, que conocía a dónde llegaban las fuerzas de su erudito hermano, sin proferir una queja, se arrojó sobre él como un león, y le hubiera despedazado a no intervenir muy oportunamente en la contienda doña Martina.

Oir que continuamente imputaban á aquella infeliz faltas y crímenes inauditos, y no poder acercarse á ella y preguntarle. "¿Qué has hecho?". Las tres Porreñas marchaban acompasada y pomposamente, sin proferir una palabra.

Repitiendo lo que ella decía, aunque modificándolo para no proferir una blasfemia, podemos asegurar que la Naturaleza, no Dios, se burló de ella. Poco después de las últimas escenas de esta historia se retiró á un convento, y allí tenía opinión de santa, á lo cual contribuyó mucho la catalepsia.

Doña Manuela, que sin atreverse a proferir una sola palabra se había interpuesto entre ambos, miró entonces a Pepe como no le había mirado nunca, y con un vigor de que jamás dio señales en su vida, le dijo: ¡Basta! La expresión que adquirió su rostro desconcertó a Pepe: le repugnaba creer que su madre hiciera causa común con Tirso. Pero, mamá, ¿sabes lo que acaba de hacer?

El general se puso más rojo que una guindilla; temblaron sus labios, agitados por la cólera; iba a proferir alguna gran atrocidad, pero al fin, dominándose, dijo enderezando sus palabras hacia el fiscal: Continúe usted el interrogatorio, señor capitán. Primera vez en su vida que al general le quedó una barbaridad entre pecho y espalda.

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