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Actualizado: 6 de septiembre de 2025


Doña Paula supo por el Chato, a quien se lo contó un mozo del restaurant del Casino, cuanto se había hablado en la cena inaugural, y lo que pretendían aquellos señores. Cuando el Magistral oyó a su madre que se había gritado: «Muera el Provisor» encogió los hombros, se levantó y salió de casa.

En efecto, en el rostro pálido y fino del médico, en sus cabellos negros y revueltos, y sobre todo en sus ojos que, aunque pretendían aparecer inocentes, estaban cargados de ironía, había algo de mefistofélico. En todos los tiempos ha existido en una u otra forma la esclavitud.

De igual modo los ostrogodos y longobardos reían cuando los filósofos y retóricos del Lacio pretendían doctrinarlos. Pero no es menos cierto que vuestra alegría inocente me alegra y que ruego de todo corazón á los dioses para que la prosperidad que hoy celebrais sea tan próspera como apetezco.

No los había visto nunca, por ser una mísera ignorante; pero su abuelo y su padre, grandes «machis», ó sea curanderos mágicos, tenían frecuente trato con estos demonios pequeñísimos. Sólo los sabios indígenas podían conocerlos. Algunos médicos gringos pretendían haberlos visto igualmente, dándoles en su lengua el apodo de «microbios», pero ¡qué sabían ellos!...

Entraron con grandioso aparato por sus tierras; pero escarmentados en los indios de Chile sus vecinos, no quisieron recibir el yugo. Y no hubo allí religioso de la Compañia, que les hablase mal é indujese á no recibir á los que pretendian conquistarles. Tengo en mi poder dicho memorial, que es de 11 hojas de á folio.

Juanita zapateaba, donosa o duramente, a cuantos mozos la pretendían, y lo que es Antoñuelo iba ya con menos frecuencia a casa de Juanita. Según en el lugar se sonaba, andaba él muy extraviado, frecuentando las tabernas en harto malas compañías y pasando muchas noches en francachelas y jaranas.

Á los 6 comenzaron á batir con seis piezas de artillería el lienzo de la puerta del castillo, desde la misma puerta hasta el turrión de la mano derecha, donde teníamos las municiones, porque no pretendían hacer otro, sino quitárnoslas. Nosotros trabajamos en repararlas y mudarlas donde estuviesen en seguridad. Mudaban luego la batería donde sabían que las habíamos puesto.

Una capa se tendió entre la fiera y la víctima, un trapo casi pegado al testuz por unos brazos vigorosos que pretendían cegar a la bestia. Era el Nacional, que, a impulsos de la desesperación, se arrojaba sobre el toro, queriendo ser cogido por éste para librar al maestro. La bestia, aturdida por el nuevo obstáculo, se lanzó contra él, volviendo el rabo al caído.

El fondo de su carácter era la tolerancia, la compasión para todos los defectos, pero se indignaba contra los que pretendían ocultarlos. Todos son hombres, Gabriel decía a su sobrino, hablando de los señores de la catedral . Don Sebastián es hombre también. Todos pecadores, y con mucho que responder ante Dios. No pueden ser de otra manera, y yo los excuso.

Esta envoltura había consumido el material de abrigo de tres regimientos. Vivía en una aparente libertad. Todos los pigmeos instalados en la Galería para su servicio procuraban evitarle molestias, y hasta pretendían adivinar sus deseos cuando estaba ausente el traductor. Pero le bastaba ir más allá de la puerta para convencerse de que sólo era un prisionero.

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