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Actualizado: 6 de septiembre de 2025


General, ya que le estorba tanto ese ingenierillo, no tiene mas que darnos una orden. Es lo más fácil librarse de él. ¡Como si el general necesitase de tales consejos! Eran muchos los que habían desaparecido misteriosamente de la existencia diaria, y los calumniadores pretendían que únicamente Castillejo podía saber dónde estaban. Todos debajo del suelo.

Los marineros recorrían los sollados, los obscuros pasadizos, las bodegas, hasta los más apartados rincones, en busca de viajeros ocultos empujando a los fugitivos que pretendían evitarse esta operación.

Y con el corazón enternecido, llenas de buen deseo, proponían medios para aliviar a aquellos desgraciados. Unas pretendían que debía fundarse un buen hospital; otras hablaban de una tienda-asilo donde los obreros encontrasen los alimentos más baratos; otras aspiraban a que se prohibiese trabajar a los niños; otras a que los operarios trabajasen una horita al día nada más.

Unos pretendian que debia estar al sur como habia estado siempre, y como la habia situado An-nasír en su mezquita de Azzahra; al paso que los mas entendidos en matemáticas y astronomía sustentaban que debia fijarse un tanto inclinada hácia el oriente . Divididos así los pareceres, el faquíh Abú Ibrahim se presentó á Al-hakem, y le dijo: ¡Oh príncipe de los creyentes!

Pues Publio contestó la última tirada de Jacinto llamándolo «afeminado esteta»... El «afeminado esteta» le mandó sus padrinos, y el de la «pluma viperina» nombró los suyos... Cuatro largos días pasábanse ya los padrinos discutiendo sin descanso en el Club Social las condiciones del duelo... Los representantes de Jacinto pretendían que Jacinto era el ofendido, los de Publio que lo era Publio.

Los pómulos saltaban ahora, y los labios, siempre gruesos, pretendían ocultar una dentadura del todo cariada. , estoy muy envejecida... y enferma; he tenido ya ataques a los riñones... y usted añadió mirándolo con ternura ¡siempre igual! Verdad es que no tiene treinta años aún... Lidia también está igual. Nébel levantó los ojos: ¿Soltera?

Tenía ya tres pares de vestidos y autores que me pretendían sonsacar de la compañía. Hablaba de entender de la comedia, murmuraba de los famosos, reprehendía los gestos a Pinedo, daba mi voto en el reposo natural de Sánchez, llamaba bonico a Morales, pedíanme el parecer en el adorno de los teatros y trazar las apariencias. Si alguno venía a leer comedia yo era el que la oía.

Por la parte baja de la rampa se oían gritos horribles, y cuando se miraba por encima se veían bayonetas de punta y hombres a caballo. Aquel choque duró más de un cuarto de hora. Nadie sabía lo que los alemanes pretendían hacer, puesto que no podían forzar el paso; pero, de improviso, decidieron retroceder.

Había pocas damas, por ser costumbre en los saraos de doña Flora que descollasen los hombres, no acompañados por lo general más que de una media docena de beldades venerables del siglo anterior, que, cual castillos gloriosos, pero ya inútiles, no pretendían ser conquistables ni conquistadas. Amaranta representaba sola la juventud unida a la hermosura.

Presentóse una cáfila tal de pretendientes, que no hubieran podido caber en una esquadra. Queriendo Candido escoger los que mejor educados parecian, señaló hasta unos veinte que le parecieron mas sociables, y todos pretendían que merecían la preferencia.

Palabra del Dia

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