Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de junio de 2025
Lo que no se refiriese directa o indirectamente a sus placeres, le interesaba tan poco que podía esperarse sentado a que diera los pasos necesarios. Y así sucedió, como temía. Pasábanse los días, y nada me comunicaba de sus gestiones. Yo no le hablaba de ello, porque temía impacientarle, y no me convenía por ningún concepto ponerme mal con él.
Contraían los ojos para dar mayor potencia a su visualidad; pasábanse de mano a mano los gemelos prismáticos, explorando el límite del Océano, sobre cuyo lomo se abullonaban tenues vapores. «Ya se ve Cabo Verde...» Otros dudaban. No eran las islas: eran simples nubes.
Poco a poco iban llegando los amigos, aquellos hermanos de su alma, que en la soledad en que Plácido estaba le parecían algo como la paloma del arca, pues le traían en el pico algo más que un ramo de oliva, le traían la palabra, el sabrosísimo fruto y la flor de la vida, el alcohol del alma, con que apacentaba su vicio... Pasábanse el día entero contando anécdotas, comentando sucesos políticos, tratando de tú a Mendizábal, a Calatrava, a María Cristina y al mismo Dios, trazando con el dedo planes de campaña sobre el mostrador en extravagantes líneas tácticas; demostrando que Espartero debía ir necesariamente por aquí y Villarreal por allá; refiriendo también sucedidos del comercio, llegadas de tal o cual género; lances de Iglesia y de milicia y de mujeres y de la corte, con todo lo demás que cae bajo el dominio de la bachillería humana.
Pues Publio contestó la última tirada de Jacinto llamándolo «afeminado esteta»... El «afeminado esteta» le mandó sus padrinos, y el de la «pluma viperina» nombró los suyos... Cuatro largos días pasábanse ya los padrinos discutiendo sin descanso en el Club Social las condiciones del duelo... Los representantes de Jacinto pretendían que Jacinto era el ofendido, los de Publio que lo era Publio.
Pasábanse horas sin oir el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
Pasábanse los anteojos para ver los lobos marinos descansando en filas a lo largo de la isla y en torno a un faro. Algunos de estos animales parecían figuras yacentes sobre el pedestal de una roca. El sol de la tarde se reflejaba en sus húmedas envolturas, dándolas un reflejo de oro. Eran a modo de pellejos de aceite rematados por una cabeza de perro chato.
Palabra del Dia
Otros Mirando