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Actualizado: 17 de mayo de 2025
D. TELL. Sí, hermana, que estoy de suerte, Que me tengo de dar muerte O la tengo de gozar, Y de una vez acabar Con dolor tan grave y fuerte. FELIC. Voy a hablarla, aunque es en vano. D. TELL. ¿Por qué? FELIC. Porque una mujer Que es honrada, es caso llano Que no la podrá vencer Ningún interés humano. D. TELL. Ve presto, y da a mi esperanza Algún alivio.
No le duró mucho la incertidumbre: su hermana le llamó presto para levantar a don José; y como éste le preguntara por la madre, Leocadia dijo que había ido a la iglesia. Aunque me lo ocultéis repuso Pepe veo que aquí anda la mano de Tirso. No sé, pero, hazte cargo; estando él aquí, parece feo que nadie oiga misa. Eres lista y comprenderás mi temor.
Pues si uno habla tan presto, No falta quien dice: vete, No te vayas, habla, calla, Entrate luego, no entres.» Una tos que los ahogue Y una mujer que los pele.»
Su dulce rostro resplandecía de contento, y sus grandes ojos azules brillaban como llenos de entusiasmo; hasta parecía que la joven hablaba en voz alta. Hullin prestó atención, pero precisamente en aquel momento pasaba un carro por la calle y no pudo oír nada. Entonces, tomando una resolución sin titubear, entró diciendo con voz fuerte: Luisa, ya estoy de vuelta.
Ya que estuve medio bueno de mi negra trepa y cardenales, considerando que a pocos golpes tales el cruel ciego ahorraría de mí, quise yo ahorrar dél; mas no lo hice tan presto por hacello más a mi salvo y provecho.
Pero Dios Nuestro Señor dió bien presto á conocer que aquellas palabras no habían sido delirios de una cabeza desvanecida, sino una sincera confesión de la justa venganza del cielo. Porque á pocos días vieron salir de la iglesia en grandes nublados un humo negro y denso, que parecía se abrasaba toda ella.
-Y ¿es de muy gran peligro esa hazaña? -preguntó Sancho Panza. -No -respondió el de la Triste Figura-, puesto que de tal manera podía correr el dado, que echásemos azar en lugar de encuentro; pero todo ha de estar en tu diligencia. ¿En mi diligencia? -dijo Sancho. -Sí -dijo don Quijote-, porque si vuelves presto de adonde pienso enviarte, presto se acabará mi pena y presto comenzará mi gloria.
Enrique de Damville, Duque de Montmorenci, hombre de habilidad en negocios públicos, aunque no sabía escribir, prestó importantes servicios á Enrique IV, que los recompensó confiriéndole en 1593 la dignidad de Condestable de Francia de que antes había estado investido su padre Ana de Montmorenci.
-Yo no me acuerdo de nada, Sancho -respondió don Quijote-; di lo que quisieres, como lo digas presto. -Pues lo que quiero decir -dijo Sancho- es tan verdad, que mi señor don Quijote, que está presente, no me dejará mentir. -Por mí -replicó don Quijote-, miente tú, Sancho, cuanto quisieres, que yo no te iré a la mano, pero mira lo que vas a decir.
Si el interés pasa de seis por ciento decía el confesor comete Vd. un pecado; no olvide Vd. que Dios todo lo ve 145 desde el cielo. Por eso precisamente, señor cura; porque todo lo ve desde el cielo, presto al nueve por ciento, porque el 9 desde arriba le parecerá un 6. Esta fabulilla, Salga bien o mal, Me ha ocurrido ahora Por casualidad.
Palabra del Dia
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